Eso dice el señor Feijoo y se refiere al decirlo a las normas y leyes del Estado español. Sin embargo en el mismo discurso el ínclito e (im)popular dirigente ha insistido en acusar a unos cuantos españoles del delito de sedición. Ignora el Sr. Feijoo, flamante dirigente máximo del partido llamado Popular, que el delito de sedición, por fin, no existe en España, que así se sigue acercando aunque con lentitud a la mayoría de los estados democráticos europeos, que no hay para presumir mucho de democracia, (sólo hace unos días que Greta Tumberg fue detenida por oponerse a la ampliación de una contaminante mina de carbón y conducida en brazos por cuatro fornidos policías), pero nos acercamos despacito al acercarnos a Europa.
Ya es conocida la norma de los políticos de criticar en los demás lo mismo que hacen ellos siempre que se encarta. Incluso decir dos cosas contradictorias (y más) en el mismo discurso no es algo nuevo, por desgracia. Pero deberían tener en cuenta que eso es lo que más enturbia y ensucia a la política y lleva a la mayoría a desconfiar de ella. Lo peor no es eso, es que en vez de desconfiar de esos políticos, se desconfía de la política, no responsable al fin y al cabo de los desmanes de quienes dicen practicarla y lo que hacen es jugar a su costa.
El responsable máximo de los “populares” ya nos tiene acostumbrados a sus contradicciones a pesar de llevar sólo nueve meses en el cargo, lo cual ya es hora de que empiece a costarle, a rebajar el poco prestigio con que llegó y ponerlo en su sitio. El señor Feijoo en lamentable defensa de sus amigos del IBEX y otros poderosos en general, se ha opuesto a la subida de salarios y de pensiones, defiende la privatización de la sanidad y la enseñanza, no muestra la menor atención a la verdadera y real democratización efectiva de la política y la sociedad española. Y un día sí y otro también se nos deja caer con perlas como esta, o como creer que puede desacreditar a sus oponentes “acusándolos” de ser de izquierda. Lamentablemente las ideologías hace tiempo desaparecieron. Hoy sólo quedan sensibilidades, comportamientos algo más y mucho menos progresistas y avanzados. Acusar a alguien de “izquierdismo”, peor aún si no le corresponde, da idea de la idea regresiva de recordar tiempos que deberían ser olvidados en la práctica y recordados solamente para no volver a practicarlos.