El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, actual blanco de la mayor investigación por corrupción en el país por el caso Petrobras, recibió el apoyo personal de su sucesora, Dilma Rousseff, y resurge ahora en el ámbito político con la insinuación de que será candidato en 2018.
Este sábado, Rousseff visitó a Lula en su apartamento en Sao Bernardo do Campo, municipio de la región metropolitana de Sao Paulo y donde unos 300 militantes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) se habían concentrado, algunos incluso desde la noche del viernes, para expresarle su solidaridad al líder político.
La jefa de Estado, que tiene previsto pasar el fin de semana sin compromisos oficiales en su residencia particular en Porto Alegre, capital del sureño estado de Río Grande do Sul, realizó este sábado una escala en Sao Paulo y se dirigió hasta la casa de Lula.
Los dos dirigentes políticos saludaron a los militantes desde el balcón del apartamento y, en el caso de Rousseff, también desde la planta baja del edificio.
Antes de recibir a su ahijada y sucesora en el Gobierno, Lula había bajado del apartamento, salió y caminó en medio de varios centenares de correligionarios que no paraban de vitorearlo y gritar al unísono: "Lula, guerrero del pueblo brasileño".
A pesar de que el operativo policial del viernes en residencias, oficinas y propiedades de familiares y allegados de Lula inyectó más fuerza a la posible apertura de un juicio político para lograr la destitución de la propia Rousseff, el exlíder sindical retomó inmediatamente su vida pública arropado por la militancia.
En una declaración a la prensa después del interrogatorio policial al que fue conducido por agentes federales que lo trasladaron desde su casa; y más tarde en un evento con sindicalistas en Sao Paulo, Lula manifestó que estaba "vivo" y que a la "serpiente" sólo podían "matarla cortándole la cabeza".
"Punzaron al perro con palo corto y por eso quiero ofrecerme a ustedes", declaró Lula la noche del viernes a militantes del PT reunidos en Sao Paulo.
En ese sentido, sin admitirlo abiertamente pero dejando en el aire la posibilidad de disputar los comicios presidenciales de 2018 como candidato del PT, Lula advirtió: "a partir de ahora la respuesta que puedo dar es ir para las calles", un escenario que él dijo conocer "mejor que nadie" por su militancia como sindicalista.
"Se tendrán que enfrentar a mí en las calles y a partir del lunes estoy dispuesto a viajar por todo el país. Si están necesitando de alguien para comandar la tropa, yo estoy aquí", afirmó Lula en medio de los gritos de sus correligionarios que lo aclamaron como su probable candidato en 2018.
El nombre de Lula siempre fue el preferido por los altos cuadros del PT para disputar las elecciones de 2018 en la que se elegirá al sucesor de Rousseff, a quien la Constitución brasileña le impide presentarse para un tercer mandato consecutivo.
La militancia del PT, que ha proclamado a Lula como su candidato favorito en diferentes actos públicos, comenzó a desvincularse del Gobierno actual e, incluso, algunos dirigentes llegaron a criticar las medidas de ajuste fiscal adoptadas por el Ejecutivo para sanear las maltrechas cuentas públicas.
La gestión de la presidenta, además, ha sido objeto de duras críticas del sector económico, que afronta una recesión técnica, ratificada esta semana con la divulgación oficial de que el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo un 3,8 % en 2015, el peor resultado del último cuarto de siglo.
También el año pasado la inflación llegó al 10,67 %, por encima del techo de tolerancia de la meta oficial; el real se depreció un 48,3 % frente al dólar y la tasa básica de los tipos de interés se mantiene en el 14,25 %, el mayor referente en los últimos nueve años.
Ante la falta de credibilidad del Gobierno, las dudas sobre la fuerza política de Rousseff y la desconfianza de mercado financiero, que el viernes dio una respuesta positiva al cerco contra Lula con una subida del 4,0 % de la bolsa de Sao Paulo, el PT se ve obligado a buscar salidas para mantenerse en el poder.
Con las movilizaciones convocadas para los próximos días,el PT, partidos aliados y movimientos sociales simpatizantes buscan enaltecer la figura de Lula y contrarrestar la arremetida de la oposición.
Analistas consultados por medios locales señalaron que el anuncio de Lula de asumir el liderazgo político y efectivo de su partido acrecienta más la falta de confianza de los mercados de su sucesora.