El Viernes Santo no pudo encontrar mejor aliado que un estupendo día primaveral para permitir la salida procesional, en primer lugar, de la hermandad sacramental del Dulce Nombre de Jesús y Nuestra Señora de la Quinta Angustia con su Hijo, el Santísimo Cristo de las Penas, entre sus brazos ya muerto. La imagen se repitió en todo su esplendor con un atrio parroquial de San Francisco repleto para presenciar la salida de quien, en tan solo unos días, representará a los ojos de los arcenses la resurrección de Cristo en el llamado ‘Domingo In Albis’, pero por lo pronto la procesión del Niño de San Francisco simboliza también el triunfo de la vida sobre la muerte a través de la propia sagrada imagen y de los niños que acompañan el recorrido. No así su segundo paso, que en su sentido más luctuoso, muestra a la Madre de Cristo despidiéndolo ante su muerte de la que luego triunfará según las creencias cristianas.
La corporación dirigida por María Dolores García de Veas, hermana mayor que continúa la tradición de su familia, realizó una estación penitencial muy digna y bien presentada, donde destacaron, en cuanto a estrenos, cuatro nuevos candelabros tallados y dos laterales para el paso de Nuestra Señora de la Quinta Angustia, así como cuatro nuevas varas.
El paso del Dulce Nombre de Jesús, en su característico paso plateado, estuvo acompañado por la curtida Agrupación Musical Sagrada Resurrección, de Chiclana de la Frontera, mientras que el paso de la Virgen María, aún sin acabar porque está en fase de construcción, contó con la banda de cornetas y tambores del Sagrado Corazón de Jesús, de Marchena. Ambos pasos fueron exquisitamente exornados con flores para su presentación pública. La imagen del Dulce Nombre lució túnica bordada y su tradicional cruz con detalles de orfebrería.
El recorrido encontró uno de sus momentos clave, como ha ocurrido con el resto de procesiones a excepción de las de ‘Borriquita ‘ y San Antonio, en su paso por la novedosa Carrera Oficial y, en este sentido, por los palcos instalados en la plaza del Cabildo. De este modo, y con claro carácter simbólico, recibió el correspondiente permiso para desfilar por la Basílica Menor de Santa María de la Asunción. La hermandad del Viernes Santo culminó su procesión con un poso de satisfacción y de cierto descanso tras los acontecimientos de los últimos años.
