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Sevilla

La acusación particular del crimen del hacha ratifica prisión permanente

Este viernes ha finalizado en la Audiencia de Sevilla el juicio con jurado popular en el que el fiscal ha solicitado 23 años de cárcel

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  • Audiencia de Sevilla. -

Este viernes ha finalizado en la Audiencia de Sevilla el juicio con jurado popular promovido contra Emilio V.T., el varón acusado de asesinar en enero de 2019 a su esposa en la vivienda familiar de ambos en Dos Hermanas, usando un hacha para ello, con lo que el caso queda pendiente del veredicto que debe emitir el jurado popular.

En esta última sesión del juicio, la acusación particular que ejercen dos de las hijas del matrimonio de la mano del abogado Álvaro Castillo Fontalba ha ratificado su petición de prisión permanente revisable para el acusado, mientras la Fiscalía ha reducido su petición de pena de 25 a 23 años de cárcel, al apreciar la atenuante de confesión. El abogado defensor de Emilio V.T., de su lado, ha mantenido la calificación de lesiones graves con resultado de muerte.

Los hechos habrían acontecido sobre las 15,30 horas del día 26 de enero de 2019, cuando el acusado llegó a la vivienda familiar, situada en la calle Cepeda, en la barriada de Las Portadas de Dos Hermanas, donde habría discutido con su esposa, que según la Fiscalía quiso abandonar la vivienda, "impidiéndoselo" el encausado, quien "cerró la puerta con llave guardando en cada bolsillo los dos juegos de llaves, que su mujer intentó quitarle".

Según el Ministerio Fiscal, la discusión continuó entre ambos ante la escalera que conduce desde la cocina al sótano, donde el acusado, "con ánimo de acabar con la vida de su mujer y con una actitud de dominación y superioridad sobre ésta, le tapó la boca con gran fuerza e intensidad y de manera continuada, le agarró fuertemente por el cuello con ambas manos y comenzó a propinarle puñetazos" en la cara, los ojos y la boca, "haciéndola caer escaleras abajo hacia el penúltimo escalón, donde continuó golpeándola, intentando ella huir mientras se agarraba a la pared, arrastrándola el acusado hacia el interior del sótano".

GOLPES "POR TODO EL CUERPO"

La Fiscalía añade que, una vez dentro del sótano, el investigado "continuó dándole patadas y puñetazos por todo el cuerpo" mientras la víctima intentaba defenderse. Finalmente, "con claro ánimo de arrebatarle la vida a su esposa", según la Fiscalía, el encausado cogió un hacha de 11 centímetros de hoja y 42 centímetros de longitud y asestó "multitud de golpes" a su pareja, que se encontraba tendida en el suelo, hasta que finalmente le causó la muerte tras provocarle hasta 94 hematomas, erosiones y heridas contusas e inciso-contusas".

Según la Fiscalía, el acusado ocasionó un "sufrimiento prolongado" a la víctima para acabar con la vida de la misma, tras lo que telefoneó a una de sus hijas. "Me parece que he matado a tu madre", habría dicho a su hija, avisando después al 112 para comunicar que había "matado a su mujer", extremo que reconoció ante los agentes de la Policía Nacional desplazados a la escena del crimen.

En ese sentido, durante la fase de alegaciones, la fiscal del caso señalaba la "crueldad, alevosía y el ensañamiento del asesinato" cometido por Emilio V.T., quien a su entender era "plenamente consciente" de lo que hacía, sobre todo por las consecuencias implícitas en usar un hacha contra una persona.

"CONSCIENTE DEL HORRENDO ASESINATO"

La acusación particular, ejercida por dos de las hijas, coincidía en que el acusado era "plenamente consciente" del "horrendo" asesinato que perpetraba, señalando especialmente las 94 lesiones ocasionadas con el hacha y poniendo además énfasis en la "vulnerabilidad" de la víctima a cuenta de su "discapacidad visual". Para la acusación particular, los hechos constituyen un "asesinato agravado al máximo" por el que reclama prisión permanente revisable.

La defensa, de su lado, pedía tener en cuenta las "circunstancias" del acusado, sometido a "brutales palizas" por su padre cuando era niño, con dos dedos amputados por un accidente laboral, "enfermo" de alcoholismo y que antes de cometer el crimen había consumido "al menos un litro de manzanilla", con lo que actuaba con "una auténtica borrachera".

El acusado, a la hora de comparecer ante el tribunal, sostuvo que la relación con su esposa "no era buena" porque él bebía alcohol "prácticamente todos los días", a menudo llegaba "tarde" al hogar y a ella le "molestaba" esa actitud, lo que derivaba en discusiones.

EL ALCOHOL

Emilio V.T., en ese sentido, insistía en que tenía problemas con el alcohol, hasta el punto de que tomaba coñac por las mañanas y había acudido en algunas ocasiones a asociaciones de rehabilitación de alcohólicos.

El día de los hechos, según narraba incurriendo en contradicciones respecto a sus declaraciones previas, extremo que achacaba a que manifestaba "lo que creía" que había sucedido, pues no recuerda "exactamente" lo sucedido; tomó "un carajillo o una copa de coñac" junto con el café. No obstante, matizaba que quizá pudieron ser dos copas.

Durante la mañana, según sus palabras, salió a la calle y visitó dos bares, donde consumió varios vasos de vino, "cuatro o más" en uno de ellos, regresando para el almuerzo a la vivienda, donde habría consumido más alcohol durante la comida, mientras su mujer estaba "negra" por la situación. Según rememoraba, la discusión entre ambos surgió por "insultos" de la mujer y porque la misma "se quería ir sola" a la calle y no accedía a obedecer las pretensiones del acusado.

En cuanto al comienzo de la agresión, negaba que tapase la boca a su mujer o que la agarrase del cuello, pero admitía que comenzó a golpearla en la cara. Según su versión de los hechos, él no la empujó por las escaleras que conducen de la cocina al sótano, sino que la mujer "cayó sola". Sí admitió que ya con la víctima en el suelo del sótano, él le dio "patadas" en la cabeza y el resto del cuerpo, es decir "por todos lados" e incluso la arrastró.

LA GOLPEO "MIL O DOS MIL VECES"

"Estaba borracho perdido, como una cuba, cansado de estar tratando con ella", narraba el acusado, quien después reconocía que golpeó "por todos lados" a la mujer con el hacha que tenía en el sótano, sin recordar si lo hizo "mil, dos mil, cinco o diez" veces, pues "estaba ciego" de alcohol y "no sabía lo que hacía".

Eso sí, aseguraba que acometió los golpes con el lado romo del hacha. "No le di con el filo", defendía, reconociendo que había "sangre por todos lados" y que se detuvo cuando se dio cuenta de la víctima había dejado de respirar, aunque en ese momento no estaba "seguro" de que estuviese muerta. "Estuve dándole porrazos hasta que me cansé y ella ya no se movía", resumía.

El juicio ha incluido además las comparecencias como testigos de hermanos del acusado, así como del fundador de un centro de rehabilitación de alcohólicos al que habría acudido Emilio V.T., dos forenses encargados de la autopsia del cadáver y otros dos forenses con relación a los informes sobre la ingesta del alcohol del acusado y sus dolencias médicas.

Del mismo modo, han testificado dos médicos forenses psiquiatras sobre la situación del acusado, dos psicólogas sobre las secuelas y daños psicológicos sufridos por dos de las hijas del matrimonio y peritos oftalmólogos respecto a la discapacidad visual esgrimida por la acusación particular con relación a la víctima.

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