Para que la memoria no se desconche, dos jóvenes corianos decidieron poner en marcha la iniciativa Muestra de Arte Urbano Hipólito Viana. Se patearon su pueblo, Coria del Río, en busca de muros desnudos en los que poder pintar la historia, las tradiciones y las costumbres de sus vecinos. El resultado se puede contemplar y disfrutar en un paseo por las calles del centro de este pueblo a orillas del Guadalquivir, más famoso, tristemente, estos días por las picaduras mortales de un mosquito que por el arte y empuje de sus jóvenes.
Tras pedir los oportunos permisos a los dueños de los solares y sortear los recelos primeros de los vecinos, que pensaban que iban a pintarse grafitis, Juan Manuel Benítez y José Jiménez impulsaron, con el “respaldo” del Ayuntamiento de Coria, un concurso en el que seleccionaron a seis artistas, a los que sumaron un artista local y uno invitado. El material de inspiración salió del Archivo Histórico del pueblo. Se seleccionaron hasta 200 fotografías que inmortalizaban momentos y oficios propios de este pueblo de ribera.
Se sortearon los muros y cada artista tuvo un catálogo de fotos para seleccionar. Alfareros, rederos, pescadores, el carro de la antigua fábrica de hielo... Hasta el mítico jugador del Betis Rogelio. Personajes y estampas de una época que es pasado, pero que Juan Manuel y José no querían que cayeran en el olvido. Hoy, los vecinos no sólo han hecho suyas estas obras efímeras, sino que “no se han producido actos vandálicos”, presume José Jiménez, coordinador de la Muestra de Arte Urbano Hipólito Viana. Incluso, ahora son los corianos los que ofrecen los muros de sus casas y solares para próximas ediciones.
La crisis del coronavirus también va a afectar a esta iniciativa, pero ni el Ayuntamiento ni los organizadores renuncian a ella. Juan Manuel y José ya piensan en qué quieren hacer cuando sea posible retomar la normalidad. La de verdad. La de siempre.
Su intención es que las pinturas lleguen a todos los barrios de Coria en forma de “círculos concéntricos”. La Muestra de Arte Urbano es un ejemplo de cómo revitalizar mediante el arte entornos abandonados. Los vecinos de este pueblo sevillano sirven, además, a los artistas para comprender mejor la obra a la que se enfrentan.
“La gente se quedaba con ellos y daba todo tipo de detalles, hasta los motes de los que salían en las fotos”, recuerda José Jiménez.
