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‘María, reina de Escocia’: Drama de tronos

La espectacularidad de que hace gala a veces funciona en contra de la intensidad, emotividad y de la propia evolución dramática de las protagonistas...

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La trágica vida de la reina escocesa  (1542-1586) ha sido reflejada en el cine en títulos tales como ‘María Estuardo’, John Ford (1936), ‘María, reina de Escocia’, Charles Jarrott (1971)  o ‘Mary, Queen of Scots’,  Thomas Imbach (2013).  Y sobre su antagonista la monarca inglesa: ‘Inglaterra en llamas’ William K. Howard (1937), ‘La vida privada de Elizabeth de Essex’,  Michael Curtiz (1939), ‘La reina virgen’, George Sidney (1953). Por poner tan solo estos ejemplos. Fuentes:Wikipedia, Google y Filmaffinity.

Esta que nos ocupa es la primera de ellas realizada por una mujer, la prestigiosa directora de teatro inglesa Josie Rourke, cosecha del 76, con la que debuta en el cine. Su guión lo firma Beau Willimon sobre la biografía de John Guy. Su espléndida fotografía se debe a John Mathieson y su excelente banda sonora a Max Richter. Y su mirada tras la cámara se nota, tanto en el enfoque del relato como en la puesta en escena.

Una puesta en escena fastuosa, dentro de la factura impecable ya mencionada, que recrea el tenebrismo de una época oscura tanto en el sentido literal como en el metafórico. Y, al tiempo, dotada de una energía desbordante a la hora de la recreación de las batallas, de las escenas más íntimas, festivas o ceremoniales de la vida cortesana o las más feroces de deslealtades, crímenes y conspiraciones. O las muy conseguida, sutil y estilizada, del encuentro entre las dos soberanas, junto a la de la sangre menstrual que derriba otro tabú, dos de las mejores.

Todo ello, y la visión feminista que la impregna fotograma a fotograma, constituye el saldo más positivo de esta propuesta. Porque exhibe el poder de dos mujeres en un mundo de hombres, intentando preservar sus criterios y estatus en el fragor de las intrigas palaciegas y del fanático ardor guerrero de unos varones que las desprecian por su sexo y conspiran continuamente contra ellas o para enemistarlas entre sí.

Porque muestra a María culta, compasiva, sensible, generosa y tolerante, pero también hace lo propio con Isabel dotándola de matices y registros inexistentes en otras versiones, que siempre la han retratado como la villana de la función.

Pese a todo ello, pese a estos valores, resulta, a juicio de quien esto firma, insatisfactoria e incluso peca de frialdad. La espectacularidad de que hace gala a veces funciona en contra de la intensidad, emotividad y de la propia evolución dramática de las protagonistas. Se nos describe un periodo histórico convulso, un verdadero drama de tronos, entre dos damas radicalmente distintas que hubiese merecido mayores complejidad y profundidad narrativa. Y la conclusión -que nos hurta literalmente el doloroso cautiverio de la escocesa hasta culminar en su ejecución- es, de nuevo, decepcionante.

Con secundarios tan eficaces como Ian Hart, Guy Pearce o David Tennant, valoramos la composición de una Margot Robbie en un registro inédito y, sobre todo, a una maravillosa Saoirse Ronan, una de las mejores actrices de su generación.

En cualquier caso, hay que verla.

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