El 22 de septiembre los empresarios hosteleros y turísticos de Sevilla ofrecen en la Fundación Cruzcampo un homenaje de gratitud a Juan Robles Pérez, creador de Casa Robles. Representa uno de los más sólidos pilares de la economía de servicios sevillana, a la vez que paradigma de unidad familiar.
Juan Robles Pérez mantiene viva la llama de sus orígenes. Nos dice: Fue mediado los años treinta del pasado siglo, en los umbrales de unos tiempos difíciles que anunciaban la fatídica y temida guerra civil española, cuando yo nací en Sevilla. Mis padres, Pedro Robles y Laura Pérez, de Villalba del Alcor, tenían algunas pequeñas tierras heredadas de mis abuelos, las cuales trabajaban como antiguamente era costumbre para los habitantes de los pueblos. Mi padre había puesto sus miras en la compra de pequeñas parcelas de tierras con viñedos, para así dedicarse en pleno al cultivo de la vid y a la producción de vino, tan en auge por aquel entonces por toda la zona del Condado. Con el tiempo, poco a poco compró en distintas zonas de labor de Villalba del Alcor, tierras buenas de labranza conocidas por nombres muy particulares como, Las Cabrerizas, La Gesa, Los Morantes, La Estación (junto a la antigua estación de ferrocarril), y otras. En el pueblo, en la calle Atarazana, consolidó una bodega que llamaron La Atarazana, donde hacían las vendimias de la temporada y almacenaban los caldos obtenidos en bocoyes de roble, de los cuales tenían alrededor de trescientos en andanas de tres.
Debido a la gran producción de caldos que allí se elaboraban -añade Juan Robles-, mi padre decidió instalar una taberna en Sevilla, en el concurrido barrio de la Puerta Osario, cerca de la cochera de los tranvías. Allí vendió desde 1935 parte de los mostos, vinos blancos, y aguardientes que producía en la bodega de Villalba. Años más tarde, mis padres proyectaron abrir otra taberna en el sevillano barrio de la Puerta de la Carne, cerca de la antigua Judería, para así seguir con el mismo procedimiento de venta de vinos de la tierra, pero no lo concretaron y pensaron en otro lugar más céntrico. Por esas fechas, había otras tendencias distintas a las de hoy, el vino y mostos del condado de Huelva tenían una gran participación e importancia en las costumbres de entonces.
Cuando cumplí los 19 años -recuerda Juan Robles con cariño hacia su padre-, ya en 1954, abrimos junto a la catedral el que sería emblema definitivo de la actual Casa Robles, una bodeguita pequeña, donde también se vendían los vinos de Villalba. Hasta entonces yo me había ido formando en el negocio siguiendo sus consejos y ejemplos de trabajo y comportamiento. Y desde 1954, ya en la calle Álvarez Quintero, puede decirse que yo comandaba la nueva bodega con una ilusión enorme.
Pasados algunos años de aquella iniciativa, Pedro Robles decidió repartir a cada hijo las tierras y negocios que entre todos habían creado, como simiente de empresa familiar, quedando para Juan Robles la Bodeguita de Álvarez Quintero y algunas tierras de Villalba. Tierras que Juan Robles optó por vender a sus hermanas, y así invertir en la bodega pequeña, para empezar la trayectoria que hoy podernos narrar. De manera que el cultivo de la vid quedó para Juan Robles fuera de contexto aunque sin perder sus raíces villalberas debido a que sus hermanas y cuñados seguían manteniendo los cultivos y la bodega. Así que quedó en segundo plano la viticultura para dejar paso a la hostelería por entonces tan poco valorada. Con el paso de los años, las tierras de cultivos de la vid se fueron perdiendo para sembrar otras cosechas, y así el negocio del vino fue cayendo en general para tomar otros derroteros.
Para Juan Robles la evolución empresarial fue constante año tras año, hasta nuestros días, quedando consolidado de por vida en la zona céntrica de la catedral, donde fue sumando nuevos establecimientos afines. Estas fueron las raíces con Villalba del Alcor, que aún hoy siguen manteniendo vivas, como perenne recuerdo de gratitud a sus padres, los primeros forjadores del actual Grupo Robles. Cinco establecimientos con el sello de Casa Robles cubren en la actualidad diferentes segmentos en restauración, manteniendo vivo el afán de superación. Juan Robles y su equipo siguen investigando y creciendo para ofrecer una mayor calidad, tanto en los aspectos técnicos y tecnológicos como en el trato humano de atención al cliente.