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Sevilla

Las paradojas de Fibes

El Palacio de Congresos pierde dinero porque han caído los eventos culturales y musicales que acoge

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  • Fibes -

El expediente de liquidación de la sociedad Feria Iberoamericana de Sevilla (Fibes), que gestiona el Palacio de Congresos de la ciudad, ha permitido conocer las cuentas de 2013 y 2014, tras decidir la Diputación abandonar las instituciones radicadas en la capital para concentrarse en su labor en la provincia.

Los balances reflejan que Fibes se encuentra en números rojos, ya que perdió 2,2 millones de euros en el año 2013 y 1,5 millones de euros en el pasado ejercicio: casi 4 millones acumulados en los dos últimos años, en pleno mandato de Zoido.

Las cuentas muestran varias paradojas sobre las que reflexionar. La primera, que el elevadísimo sueldo del director gerente -percibe 150.000 euros anuales, más del doble que el alcalde- se justificó en su día desde el gobierno local con el argumento de que era un gestor estrella con una gran experiencia y trayectoria y que venía a rentabilizar la faraónica obra de ampliación del Palacio de Congresos y Ciudadanos, cuyo coste se disparó hasta los 120 millones de euros.

Los resultados económicos de estos años demuestran que no ha conseguido ese objetivo, aunque ahora el gobierno local también ha cambiado de discurso. Ya no habla de rentabiizar el enorme complejo ampliado porque, según su nueva tesis, la mayoría de palacios de congresos son deficitarios pero hay que tenerlos como una dotación básica de la ciudad y de lo que se trata es que pierda lo menos posible. Entonces, quizás no necesite un gestor estrella, sino un administrador que resulte mucho más barato a las arcas municipales.

Eventos musicales
La segunda paradoja es que el motivo principal de los números rojos es la caída de ingresos por los eventos musicales que se han venido organizando como nueva línea de actividad en las instalaciones sitas en Sevilla Este. Hace dos años, los musicales dejaron 4,2 millones de euros, que se redujeron a 2,4 millones el año pasado, lo que ha significado una caída del 43%.

El portavoz adjunto del PSOE y experto en temas turísticos, Antonio Muñoz, ha criticado esta especialización en los siguientes términos: “Especializar un palacio de congresos como Fibes en musicales es como dedicar un hotel a las bodas, bautizos y comuniones. Basarlo todo en musicales pone en riesgo el futuro”.

La paradoja radica en que se califique de apuesta de riesgo para el futuro la línea de organización de eventos musicales cuando resulta que las pérdidas se han incrementado precisamente por la celebración de menos musicales, que venían siendo los eventos más rentables. Y también resulta paradójico, por no emplear otro calificativo, el hecho de organizar en Fibes eventos musicales para tratar de sostenerlo económicamente cuando “a priori” ése no era ni debía ser el objetivo social de la entidad, ya que en Sevilla teníamos y tenemos el teatro Lope de Vega, el de la Maestranza, el Auditorio de la isla de la Cartuja, el auditorio sin inaugurar de la Sociedad General de Autores (SGAE) y hasta el estadio mal llamado ‘Olímpico’ para haber albergado espectáculos culturales y musicales.

La ampliación
Dicho de otro modo, las cuentas de Fibes nos conducen a la cuestión esencial: ¿para qué se hizo la ampliación del Palacio de Congresos y Exposiciones? ¿Para captar grandes congresos con miles de participantes, que se decía no podían organizarse en Sevilla por la falta de instalaciones adecuadas, o para traer musicales que primero han triunfado en Madrid y que aun con menos pretensiones o aforo podrían haberse organizado en otros escenarios ya existentes?

Sevilla parece ser la única ciudad donde las administraciones públicas tropiezan más de una vez con la misma piedra. Recuérdese que ya existía, como legado del 92, un pequeño estadio de atletismo en la isla de la Cartuja, al que habría bastado recrecer con gradas metálicas para albergar un evento de sólo diez días como era el Campeonato del Mundo de Atletismo de 1999, pero se optó por construir un estadio de nueva planta, el Olímpico, que costó 120 millones de euros y que lleva dieciséis años infrautilizado, reconvertido en escenario de grandes conciertos de música pop de vez en cuando y sin hacer honor a su finalidad deportiva.

A principios de este siglo comenzó a hablarse de la necesidad de ampliar las instalaciones de Fibes en Sevilla Este, un sitio extramuros y alejado de todos los grandes atractivos culturales y turísticos de la ciudad, que se concentran en el casco histórico. Funciona como Feria de Muestras pero es dudoso de que lo haga como Palacio de Congresos.

Aun así, en vez de corregir el error político de la ubicación, se insistió en el mismo al pensarse que la solución consistía en captar congresos con cada vez mayor número de participantes, para los cuales Fibes se había quedado pequeño.

El coste razonable
Algunas voces propugnaron una ampliación digamos razonable, con un presupuesto máximo de unos 30 millones de euros y que permitiera reconvertir los tres pabellones existentes: uno, para ofrecer comidas a entre 2.500 y 3.000 personas; otro, para albergar una gran zona expositiva, y el tercero, como auditorio dotado con todas las comodidades y avances tecnológicos de forma estructural en vez de con sillas de quita y pon, como hasta entonces.

Y se repitió la historia. En vez de recrecer, adaptar o mejorar lo existente, se decidió envolver o prolongar el palacio primigenio con uno completamente nuevo y para el que se tiró la casa por la ventana. De los 30 millones de euros inicialmente estimados se pasó a un presupuesto de 66 millones, más del doble.

Finalmente, el nuevo Fibes, encomendado de forma ilegal -según el informe de fiscalización de la Cámara de Cuentas- a la empresa municipal de la vivienda, lo que ha supuesto su ruina, ha costado 120 millones de euros (desviación del 81%), una cantidad equivalente a la del estadio Olímpico, y se concluyó con varios años de retraso sobre los sucesivos plazos que se fueron anunciando.

Las cifras hablan de la magnitud de la obra: un auditorio con capacidad para 3.557 personas; un área expositiva para 2.500; una zona de restauración para 2.000 y un aparcamiento de 25.000 m2 con capacidad para 900 vehículos.

¿Cuántos grandes congresos con capacidad para traer 3.500 personas a Sevilla debería captar Fibes para amortizar una inversión de 120 millones de euros? El problema añadido es que desde que se empezó a hablar de la ampliación hasta ahora las circunstancias han variado.

Mercado cambiante
Para empezar, el mercado de los macro congresos se ha reducido. Antes, los especialistas en una materia sólo se podían ver en un acontecimiento de este tipo una vez al año. Ahora, disponen de Skype y de otros sistemas de videoconferencia gratuita por Internet para hablarse en cualquier momento. Ya no necesitan verse físicamente tras recorrer miles de kilómetros en avión a otra ciudad del mundo.

Y hablando de aviones, Sevilla, ubicada en el extremo occidental de Europa, carece de conexiones directas con buena parte de las grandes capitales de los negocios y los congresistas no están dispuestos a afrontar las incomodidades de varios enlaces aéreos y de varias facturaciones de equipajes.

La situación de Fibes en Sevilla Este es otro gran inconveniente, sin enlace por Metro con el aeropuerto ni con el centro de la ciudad. A la falta de suficientes macro congresos, para eventos de tipo medio, del orden de mil o mil y pico de participantes, los hoteles se convierten en una alternativa más barata y mejor situada por su cercanía a los grandes atractivos turísticos.

Ante esa carencia de macro congresos, los que teóricamente justificaron la ampliación, Fibes se tuvo que lanzar por la senda de los musicales. Su historia es paralela a la del estadio Olímpico, que a su vez no tiene cartera de eventos deportivos, con lo que, parafraseando a Antonio Muñoz, hemos acabado devaluando dos infraestructuras de 120 millones de euros cada una al dedicarlas a “bodas, bautizos y comuniones”.

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