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Reflexiones sobre la divulgación histórica y la interpretación del patrimonio (IV)

Artículo sobre historia de Manuel J. Parodi para Sanlúcar Información

Publicado: 14/12/2023 ·
14:07
· Actualizado: 14/12/2023 · 14:07
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  • Castillo de Santiago -

Hemos venido a lo largo de estos últimos párrafos y artículos tratando de abundar en la idea de la completa necesidad de la divulgación histórica, en la idea de la  total y absoluta (por no decir perentoria) necesidad de trabajar en el campo de la difusión de los valores de la Historia y el Patrimonio Histórico (en general, de nuestro Patrimonio Cultural en un sentido lato, horizontal, extenso e inclusivo), una cuestión en la que esta serie viene incidiendo desde hace ya años, dicho sea de paso...

La extensión del conocimiento sobre nuestra Historia y nuestro Patrimonio Cultural en el conjunto y el seno del cuerpo social es una responsabilidad en buena medida del historiador, del especialista, que no sólo debe consagrarse a la investigación si quiere que la disciplina (y con ella el conocimiento) avance, sino que ha de esforzarse así mismo en la divulgación del conocimiento como medio y forma de sensibilización de la ciudadanía en relación con la propia Historia (o la Historia ajena), y en relación al mismo tiempo con los elementos de su propio bagaje cultural, de su Patrimonio (Histórico, Artístico, Monumental Arqueológico, Etnográfico, Gastronómico, Enológico, Musical, Inmaterial -y nótense las mayúsculas que empleamos en todos estos casos).

En este mismo sentido, en el de abundar en la difusión y la divulgación de los valores positivos que alberga en sí mismo y que es capaz de transmitir el Patrimonio Cultural, Histórico, incide, por ejemplo (nada más y nada menos), la UNESCO (UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -en inglés, United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, abreviado internacionalmente como UNESCO), cuando toma y desarrolla la iniciativa de institucionalizar una celebración como la del “Día Internacional de los Monumentos y Sitios”, a partir de una propuesta que realiza el 18 de abril de 1982 (y de ahí la explicación para la fecha de la Conmemoración, el 18 de abril) el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (mejor conocido por sus siglas en inglés, ICOMOS) ante la propia UNESCO, una propuesta que fue definitiva y finalmente aprobada por la Asamblea General de la misma UNESCO el siguiente año, 1983, dando forma de este modo a la referida celebración desde hace ya, así pues y a fecha de redacción de estos párrafos, cuarenta años.

Ello daría finalmente como resultado el desarrollo y extensión de la institucionalización del “Día Internacional de los Monumentos y los Sitios”, como hemos señalado, celebrado el día 18 de abril de cada año, día en torno al cual se ponen en marcha múltiples actividades y acciones propias de la labor de divulgación cultural, patrimonial e histórica, unas actividades tales como conferencias, seminarios, exposiciones, talleres o visitas a los monumentos y los sitios patrimoniales e históricos, entre otras.

La intención y finalidad de esta iniciativa, que entendemos muy valiosa, es la de ayudar a auspiciar entre el cuerpo social, en el seno de la ciudadanía, la toma de conciencia acerca de los valores positivos del Patrimonio Cultural de la Humanidad, sobre su potencialidad y sobre su papel como un valor en sí mismo de cara a la construcción de las sociedades desde una perspectiva democrática y empática, sin obviar las cuestiones relativas a la vulnerabilidad y la sostenibilidad del propio Patrimonio Cultural, e incidiendo del mismo modo en la imperiosa necesidad de su protección y de su conservación.

Y es que la protección y la conservación son obligadas, por ejemplo, para el disfrute de las generaciones presentes y de las futuras, así como -y del mismo modo- haciendo igualmente hincapié en todo lo relacionado con otros aspectos del Patrimonio y del trabajo sobre el mismo, caso de todo aquello que tiene que ver -por ejemplo- con la investigación y, en lo que nos ocupa en estas líneas de manera más central, más directa, con la divulgación del Patrimonio y sus valores en el contexto del cuerpo social.

Acercar al público a los monumentos (y viceversa), tratar de construir un binomio sólido y real entre la ciudadanía y los hitos patrimoniales, dar respuesta a las inquietudes (a su curiosidad, a sus preocupaciones) del público general, es una labor ardua, lenta, difícil, pero irrenunciable.

También lo es el canalizar las inquietudes, las incertidumbres y los recelos de la ciudadanía, que los hay, que existen, en relación con unos hitos patrimoniales en demasiadas ocasiones considerados por la propia ciudadanía como un problema, como algo que colisiona y entra en conflicto con los intereses privados de los propietarios que a veces entienden y sienten que el hito patrimonial representa un problema para la propiedad, por ejemplo una casa con un determinado nivel de protección (en el caso de una obra, de una intervención arquitectónica en la misma), o un hallazgo arqueológico que se teme pueda paralizar o llevar a modificar (con los consiguientes retrasos y modificaciones en los proyectos de obra). 

A ello, a esta labor de divulgación, venimos dedicando buena parte de nuestro esfuerzo profesional y de conciencia desde hace años, desde hace muchos años (una treintena, que no es poco…), y en ello seguiremos pues creemos firmemente que es un deber del historiador trabajar en pro de la difusión del conocimiento en el cuerpo general de la Sociedad.

El conocimiento de las cosas es fundamental para la comprensión de las mismas; dicho de otro modo, y parafraseando al filósofo y obispo de Hipona, sólo se ama lo que se conoce.

Agustín, obispo de Hipona, llevaba razón cuando hace más de 1500 años lo exponía de ese modo, y su aserto, en principio teológico, puede ser aplicado al Patrimonio Histórico y Cultural tanto como a cualquier otra cuestión de ámbito humano.

Estamos firmemente convencidos de que sólo la extensión del Conocimiento, la Educación y la Cultura (nótense las mayúsculas…) nos harán mejores como individuos y como sociedades y permitirán que nuestro legado cultural pueda resistir mejor el paso del tiempo.

Pero esto son palabras mayores.

Y en ello estamos. Pro bono commune.

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