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La biblioteca del Observatorio o cuando las joyas no son para lucirlas

El valor añadido de una colección de 30.000 volúmenes de diversas materias estriba en que sirve a la formación de los marinos actuales y a los historiadores.

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  • Francisco José González González. -

Después de más de 260 años de historia, el Real Observatorio de Marina ha conseguido una colección de libros extraordinaria que con el paso del tiempo ha sido material de estudio de los marinos pero ya cada vez más para historiadores de la ciencia.

Son las dos premisas que hacen más grande e importante aún a la bibliotera del ROA, por cuanto a su calidad se une el hecho de que no sea un legado inerte, sino una continua fuente de conocimientos para distintas materias.

El doctor en Historia y bibliotecario del Real Observatorio de la Armada, Francisco José González González, fue capaz de condensar en apenas una hora todo lo que guardan esas paredes, la joya de la corona del ROA, entendiendo todo como los más importante y a grandes rasgos so pena de necesitar un día entero para dar a conocer todo su contenido.

 

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La cita fue en la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes donde González explicó los orígenes de la biblioteca en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz fundada en 1717, primer centro de la Armada Española que contó con una biblioteca para apoyar los estudios de los marinos.

A mediados del siglo XVIII las enseñanzas de la Academia fueron reestructuradas de la mano de Jorge Juan y convirtieron la Academia en un foco de difusión de la ciencia moderna. Allí se formaron los técnicos que iban a capitanear los grandes proyectos científicos que protagonizarían el último tercio del siglo.

En 1875 la biblioteca de la Academia ya contaba con 1.282 volúmenes entre lo que estaban las obras de los autores más destacados de la ciencia moderna y las cartas de navegación realizadas por marinos españoles y portugueses.

La reestructuración que dirigió Jorge Juan se completó con la creación de un observatorio astronómico en 1753, que estuvo en Cádiz y al que se dotó no sólo de un buen material de observación sino de libros sobre las distintas materias.

En 1798 se trasladó el Observatorio a la Real Isla de León y en 1804, con el nombramiento de su pime director, se desvinculó totalmente de la Academia de Guardias Marinas. En 1827 la biblioteca ya contaba con 567 volúmenes.

Esos fondos “modestos” fueron creciendo a lo largo de todo el siglo gracias al intercambio de publicaciones con otras bibliotecas, en encargo de libros al extranjero para el uso de alumnos y profesores y sobre todo a la incorporación de fondos procedentes de otras instituciones.

Hoy en día los fondos de la biblioteca del Observatorio constan de 30.000 volúmenes y 250 títulos de publicaciones periódicas procedentes de adquisiciones, intercambios y donaciones y distribución institucional.

Esos fondos se dividen entre los que sirven a la enseñanza en la Escuela de Estudios Superiores en la actualidad y los fondos históricos, obras escritas entre los siglos XV a XVIII utilizadas principalmente por investigadores externos para la elaboración de tesis doctorales, trabajos académicos y artículos especializados.

Fondos antiguos

Este fondo antiguo consta de más de1.300 obras, con 86 impresasen los siglos XV y XVI, entre los que se encuentran cuatro incunables y 20 postincunables sobre materias como astronomía, navegación, viajes, instrumentos, geofísica, geodesia... A ellos se unen 3.968 mapas impresos de los siglos XVIII, XIX y XX. 

Ya a la hora de singularizar, el libro más antiguo conservado en el ROA es un tratado de astronomía escrito por Albumasar, un astrólogo de origen iraní que trabajó en Bagdad durante el siglo IX.

Otro de los incunables es la obra conocida con el título genérico de Astronomi veteres, editada en Venecia por Aldo Manuzio en 1499. También se encuentra en el ROA el Almanaque perpetuo de Abraham Zacut.

 El libro de la cosmografía, de Pedro Apiano, es el que se puede considerar como el gran éxito de la edición de su tiempo con un total de 47 ediciones entre 1524 y 1609.

    La joya de la biblioteca del Observatorio fue precisamente impresa por Apiano. El astronomicum caesareum, la obra más espectacular considerado por los especialistas como el mejor libro realizado en las imprentas del siglo XVI.

Allí se encuentra el De revolutionibus, la obra cumbre de Nicolás Copérnico, todo un hito para la historia de la ciencia. Este trabajo es considerado como el punto de partida de la revolución científica.

Cuenta con dos ejemplares de las tablas astronómicas de Alfonso X el Sabio y con el Almagestum dePtolomeo, que vivió en el siglo II.

De la Escuela de Guardias Marinas pasaron al Observatorios muchos tratados de navegación, ente ellos el Regimiento de navegación de Andrés García de Céspedes, editado en 1606.

Libros sobre las manchas solares, sobre la luna, sobre el mundo subterráneo, sobre viajes a distintas partes del mundo acompañados de grabados de gran calidad... hasta llegar a una obra única, el Atlas más antiguo de la colección de cartografía del Observatorio, un trabajo de Charles Péne.Todo ello sin olvidar -porque un poco de todas las materias hay entre esos más de 30.000 volúmenes- el libro Historia natural de los pájaros, de Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon.

 

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