Se sabe que el municipio cuenta con algo más de 300 plazas sin contar los apartamentos de Bahía Sur, y es ahí donde surge el problema que comenzó a finales de 2003, cuando el grupo Barceló, que había gestionado la zona hotelera casi desde la creación del complejo hotelero, decidió vender la concesión.
Sin embargo, el número de plazas hoteleras con que cuenta la ciudad, a pesar de que su escaso número es un hándicap para la celebración de los eventos del Bicentenario y por lo tanto la puerta por la que se escaparán los beneficios económicos, se puede considerar un problema menor comparado con el de los vecinos del complejo.
Por que en el complejo, aunque sea un hotel, hay vecinos como si de una barriada de alto estandin se tratara, cada vez mejor organizados y cada vez más preocupados por la situación legal en que se encuentran. Y que puede empeorar con el tiempo.
Si la historia se cuenta someramente y en lo que da una única página -aunque los detalles se pueden contar en un extenso reportaje que incluso habría que capitular-, hay que partir de la venta de la concesión de la zona hotelera por parte del grupo Barceló, que además había hecho un trabajo de primera línea, fruto del cual el Hotel Barceló-Bahía Sur contaba con una excelente reputación.
Una operación distinta
La venta de esa concesión -las instalaciones son municipales y tiene un tiempo de expiración, tras lo cual se prorrogará la concesión o serán reasumidas por el municipio- no se hizo como suele ser normal entre grupos hoteleros, aunque en principio sí estuvo incluso gestionándolo los primeros meses uno de suficiente solvencia, como era HG Hoteles, que no obstante se marchó antes de cumplir el plazo. O se marchó o prefirió que no lo obligaran a irse.
Fue la empresa Complejo Bahía Sur SL la que se constituyó un par de meses antes con el fin de entrar en una operación muy distinta a lo que se esperaba, como era la venta de los apartamentos a particulares que rápidamente comenzaron a ofertar las agencias inmobiliarias y por los bajos precios que se pedían en un complejo de esa categoría, a venderse sin ningún tipo de problemas. En los primeros momentos.
Fue precisamente cuando uno de los compradores del complejo intentó hacer obras en su apartamento cuando salió a la luz la denuncia de este periódico, ya en el mes de febrero de 2004 y cuando hasta entonces todo había estado girando alrededores de los movimientos empresariales sobre la gestión.
El verdadero negocio
Y es que, fracasadas las negociaciones de los compradores de la concesión, Complejo Bahía Sur SL, con prestigiosas firmas del sector, el negocio consistía en realidad en vender esos apartamentos a particulares, en principio sin advertirles del uso exclusivo hotelero, y luego, tras la denuncia de este periódico, advirtiéndolo porque la propia Gerencia de Urbanismo difundión un comunicado en ese sentido. Pero con la boca chica.
Fueron muchas las personas que compraron apartamentos -sobre todo parejas jóvenes- con la intención de vivir, aunque también los compraron inversionistas que nunca vivieron en el complejo y que tenían claro qué tipo de producto se estaba ofertando.
Sin embargo y aunque este periódico ha venido denunciando desde el año 2005 que en aquellos apartamentos se está viviendo como en un domicilio cualquier, casi una veintena de familias, desde Urbanismo se limitaron a consultar con los vendedores, que dijeron que mantendrían la gestión hotelera, aunque “no respondían” de lo que hicieran los particulares con los apartamentos. Eso llevó a sobreseer el expediente.
Los vecinos se organizan
Los vecinos se han organizado ya porque tienen todos los problemas propios de no tener un domicilio, sobre todo matrimonios con hijos pequeños, y incluso están presentando distintas reclamaciones a la empresa que, dicho sea de paso, aún no ha vendido todo el complejo y mantiene la oficina de ventas a las puertas de los apartamentos.
El resultado de todo esto es que los propietarios aspiran a tener los mismos derechos que el resto de los ciudadanos pero no pueden hacerlo porque viven en un hotel e incluso corren el riesgo de que el Ayuntamiento les revoque la concesión de los apartamentos, mientras que la oferta hotelera de San Fernando es menor de la que había en 2003, tanto porque fue subiendo el número de propietarios que disfrutan de su apartamento como vivienda, como porque el mantenimiento de los que no se han vendido brilla por su ausencia.