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Antonio González Jiménez no nos va a durar eternamente en su trinchera diaria del bar El Maty, en el Parque de La Serrana. Ya nos tiene avisados de que cualquier día cuelga el delantal y la espumadera y se nos jubila. Y el que avisa no es traidor. Entretanto, disfrutemos de ese paraíso del pescaíto frito que descubrió para el gran público Ángel León, pero que llevaba ya varias décadas deleitando a los parroquianos, que somos legión.
A El Maty es un espectáculo verle en acción. Como ocurría en su día con los paulistas, que daban por bien invertido el dinero de la entrada viendo sólo hacer el paseíllo a Rafael de Paula, en el caso que nos ocupa la calidad del producto pasa hasta a un segundo plano.
Pero es que encima El Maty fríe y asa el pescado como pocos. Mi recomendación iría desde la ensaladilla rusa –de las mejores que he probado- hasta los aliños, pasando por el marisco y unos buenos lomos de caballa a la plancha, pero la tarjeta visita del maestro sale de su infatigable freidora de aceite recién cambiado.
El frito variado de El Maty es imbatible. Él se lo guisa y él se lo come. Compra el pescado, lo harina y lo fríe, pero durante el proceso toma la comanda, charla con el cliente, le cuenta un par de chistes y luego le cobra. El caso es que nunca se le pasa el frito del pescado, y eso es en sí un arte en peligro de extinción.
Si escasea el género, corre el peligro de colarle más adobo de la cuenta. Avisados quedan, pero ya lo creo que merece la pena arriesgarse.
BAR EL MATY. C. del Moscatel, 5, 11404, Jerez.
