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Patio de monipodio

Demasiado grandes para dejarlos caer

El concepto fue combatido por la ley Anti-trust, por Franklin D. Roosevelt. Al final ganaron ellos. Los bancos se hartaron de dar hipotecas, la banca legal...

  • Sede del Banco de España. -

El concepto fue combatido por la ley Anti-trust, por Franklin D. Roosevelt. Al final ganaron ellos. Los bancos se hartaron de dar hipotecas, la banca legal y la banca en la sombra, sobre precios altamente inflados. Luego vino una crisis profunda que -pobrecitos- ellos “no podían” prever. Cayeron cientos de bancos, pero en todo el mundo solamente dos de los grandes, para que los más grandes se los quedaran, gratis. Millones de personas perdían su trabajo y, como añadido, la vivienda que, como artículo de lujo, subía el IVA al 10%. Luego los bancos supervivientes se quedaban con las viviendas, de las que ya habían cobrado la mitad, las tres cuartas, o la cuarta parte. Y las vuelven a vender, con un pequeño descuento sobre un precio superinflado, como si fuera una “gran oportunidad”. Así lo anuncian las inmobiliarias que, ausente todo pudor y dignidad, sólo buscan nuevo beneficio. Beneficio a cualquier precio a la sombra de la especulación, pesca en río revuelto también de honrados padres y madres de familia pendientes de sus ganancias y ausentes de la situación ajena con tal de ganar más.


Pero los bancos tenían que ser competitivos. En este macabro juego gramatical, “competitivo” es sustituto de grande. De muy grande, más bien. Porque “hacía falta un sistema financiero fuerte”, que sólo ha terminado en un sistema económico débil. Ahora los bancos tienen un arma terrible. Si antes, según los dirigentes políticos del momento, “no se les podía dejar caer”, ahora son demasiado grandes para dejarlos caer. Si entonces una entidad de cientos de millones podía provocar un cataclismo (pero las entidades no cayeron, aprovecharon las facilidades y se fortalecieron), si entonces era “la ruina para miles de familias” ahora es para millones, pues ya los bancos se miden en billones. La más pequeña de la media docena de entidades que han dejado, supone el 10% de la economía estatal; solamente la más chica. Aunque al paso que van ninguna posible quiebra sería muy lesiva en cuanto a pérdida de empleo. Tendieron la trampa y los gobiernos ¿Cómo es que no lo supieron ver?


Crecer para ser “más competitivos”, era la consigna Y, en vez de ser más competitivos eliminaron la competencia. ¿Por qué nunca se ha preocupado gobierno alguno de hacer más competitiva la industria? No más grande, no: más numerosa. Porque con más empleo se genera más riqueza y más impuestos y los bancos ganan depósitos; entonces todos seríamos más fuertes. Pero se ha optado por la concentración, que lo ha puesto todo en sus manos, en seis manos, incluso nuestra vida y nuestro futuro. Eso es el “Nuevo orden mundial” que algunas ministras ¿socialistas? ya reclaman sin sonrojo. Los gobiernos españoles, desde el siglo XX, no han optado por mejorar la economía, sólo por la creación de grandes grupos, grandes “trust” que lleguen a ser demasiado grandes para dejarlos caer. Quiere eso decir: suficientemente grandes para condicionar al gobierno, para dirigir el Estado. Para llevar, con más fuerza, la política desde la economía. Desde la gran economía.

Pero los gobiernos ¿se han equivocado? ¿o no?

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