Varias hijas de T.P.G, la anciana de 76 años que presuntamente murió a finales de abril en su domicilio de San Telmo a manos de su sobrino, M.P.C, de 39 años, y desde entonces en prisión preventiva, declararon este jueves como testigos en el Juzgado de Instrucción número 2 de Jerez, además de vecinos de la barriada, donde también vivía el supuesto homicida. Lo hicieron en la jornada en la que la familia de la víctima formalizó su personación en el caso como acusación particular a través de sus abogados Jesús Almenara e Inés Alfaro, que tienen previsto proponer la declaración de más testigos en las próximas semanas.
Los letrados aseguran que las hijas de la anciana están “destrozadas” por lo ocurrido y van a pedir “la máxima pena” que contempla el código penal para estos sucesos, junto a las indemnizaciones pertinentes. En este sentido, aunque se mostraron prudentes a la espera de cómo vayan transcurriendo las próximas pruebas testificales, a priori, entienden que el caso y las circunstancias en las que se produjo la muerte de la mujer, que vívía sola, reúne todos los condicionantes para ser juzgado por un jurado popular y ser calificado como un delito de asesinato.
Entre los testigos citados por la Fiscalía, que ratificaron su declaración en sede policial, también se encontraba el conductor de la ambulancia que se trasladó al domicilio de la fallecida después de que los bomberos forzaran la puerta ante la llamada de los vecinos, preocupados por la ausencia de noticias de la mujer. Fue este testigo el que, al parecer, sospechó de que la muerte de la anciana podría haber sido por causas violentas y no de manera natural como se pensó al inicio. Finalmente, la autopsia confirmó este extremo.
El acusado de los hechos, hijo de una prima hermana de la anciana, con problemas de drogadicción, y con el que las hijas de la víctima apenas habían tratado, solía echar un cable a la fallecida subiéndole la compra y haciéndole algún recado, fue detenido el 30 de abril tras varios días fugados, y sobre él también pesa un presunto delito de robo con violencia e intimidación, pues se hizo supuestamente con joyas de oro de la víctima. La sustracción de estas alhajas habría sido el móvil del crimen.