El director de Cáritas Diocesana, Francisco Domouso, alertó este jueves de las dificultades que encuentran las personas desfavorecidas para acceder a una vivienda social, una situación que se agrava aún más cuando se trata de personas sin hogar. Domouso hizo esta advertencia en el marco de la presentación de la campaña de personas sin hogar 2018, que lleva como lema ¿Y tú qué dices? Di basta. Nadie sin hogar.
El director de Cáritas Diocesana calificó de “impresionante” la lista de espera que existe en Jerez para “alquilar o acceder a una vivienda social”, cuestionando la labor de Emuvijesa precisamente por la ausencia de inmuebles disponibles. “Estamos frustrando a los ciuadanos y siendo cómplices de un engaño. Si no hay vivienda, tenemos que luchar para que haya, y no para apuntarse a una lista”, subrayó.
Además, cuando se ofrece una vivienda a los demandantes se encuentran con la sorpresa de que los precios “son desorbitados”, con unos precios que llegan a alcanzar los “400 ó 450 euros al mes”.
Domouso quiso ser “positivo” toda vez que al menos existen organizaciones sociales que “ofrecen respuestas” a las personas que se encuentran “en situación de calle”. Entre ellas citó a Hogar San Juan, Hogar La Salle o Cáritas, pero también al Albergue Municipal, del que destacó su “profesionalidad”, pidiendo que este recurso no sea utilizado para la “confrontación” de los partidos políticos.
70 personas atendidas
El centro de día del Salvador, que trabaja con personas sin hogar, mantuvo en 2017 una atención continuada con alrededor de 70 personas. Domouso aprovechó la ocasión para lamentar las escasas ayudas públicas que llegan a Cáritas para mantener este recurso. Así, el 30 por ciento del presupuesto es aportado directamente por esta institución de la Iglesia, mientras que el 70 por ciento restante llega a través de recursos públicos.
Sin embargo, el director de Cáritas advirtió que de ese 70 por ciento, el 82 por ciento proviene de la casilla que los contribuyentes marcan en la declaración del IRPF y sólo el 18 por ciento restante es aportado por la Junta de Andalucía. “Hay que dar un toque de atención, porque en los últimos años la Junta ha recortado los presupuestos en todo lo que significa atención social porque ha encontrado el chollo del IRPF, que cubre mucho de lo que anteriormente cubrían sus presupuestos”, comentó.
El centro de día es atendido de manera permanente por tres voluntarios y cuatro profesionales, que cuentan además con la ayuda de las hermanas de la Caridad. Domouso incidió en el trabajo que desarrollan estas últimas, algunas de ellas “con más de 90 años”, que a pesar de ello “se siguen levantando cada mañana para ponerse al servicio de los más pobres”.
De las personas sin hogar atendidas en este centro de día, el 37 por ciento tienen edades comprendidas entre los 18 y los 25 años, en la mayor parte de los casos menores ex tutelados que se quedan “en la calle” cuando alcanzan la mayoría de edad. En conjunto, el 50 por ciento de las personas atendidas lleva más de cinco años en la calle, habiendo convertido ya esta situación en “un modo de vida”.
Por otra parte, el 13 por ciento de las personas que pasan por el centro de día del Salvador están “separadas o divorciadas”, lo que pone de manifiesto lo que supone para ellas quedarse “sin el amparo” de una familia o un entorno más o menos estable. El 43 por ciento de estas personas carece de estudios.
“Esta es la casa que nunca tuve”
Tomás Bermúdez, una de las personas acogidas en el centro de día del Salvador, tuvo ayer ocasión de exponer públicamente su vivencia personal. “Nunca quise ver mi verdadero problema. Llegué a esta situación por varias circunstancias, por el alcohol y el juego. Levanté un muro a mi alrededor y no dejaba entrar a nadie. Mi mochila de errores era cada vez más pesada. Desaproveché mis ocasiones y no supe coger el camino correcto”, explicó. El centro de día le ha permitido “salir de la calle” y sentirse “apoyado”. “Esta es la casa que nunca tuve. Ahora me siento una persona preparada y responsable y me siento útil para esta sociedad”, afirmó.