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La terna a hombros en una tarde divertida para el público

Padilla, Castella y Talavante salieron a hombros de la plaza de Sanlúcar

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  • Por la puerta grande -

Tal como está el patio, presenciar una corrida donde la gente se divierte, con éxito de público y artístico, es una grata noticia. Naturalmente, en esta plaza se disfruta y se paladea, como la buena manzanilla, el buen toreo, y ayer se vivió una de esas tardes donde un público predispuesto y agradable, colaboró también para que la corrida alcanzara altas cotas. Tres figuras del toreo se habían dado cita para lidiar un encierro de La Baldosilla que tuvo nobleza y calidad, si exceptuamos al primero del lote, aunque también la falta de fuerza se notó más en el quinto.
Juan José Padilla, como siempre, salió a darlo todo. En el primero, que le permitió ajustarse buenas verónicas, hizo vibrar al público durante el tercio de banderillas. Colocó tres pares ganándole la cara y levantando los brazos en cada envite, el último de ellos al violín, espectacular. Tras brindar al cielo, en memoria de Manuel Galán, se dobló con la diestra, llamando al toro desde los medios. Obedeció el animal y enjaretó una tanda de derechazos impecable. Insistió en la segunda, pero el toro se paró y buscó tablas. Allí se esforzó en sacarle lo poco que quedaba, exponiéndose con desplantes temerarios. Tras un pinchazo y una estocada, esperó el triunfo en el segundo.
Así fue. Llegó con un toro noble, al que saludó con dos largas cambiadas, pasándole los pitones a escasos centímetros de la montera. Tras una serie de verónicas lentas, dejó al toro ante el caballo por chicuelinas. De nuevo, volvió al espectacular tercio de banderillas, con un primero al quiebro desde el tercio. El segundo cuarteó en los medios y el tercero, de perfecta ejecución saliendo perseguido. Sin pensarlo se fue al mismo pasillo de la plaza citando de rodillas, sacándole cuatro muletazos bien rematados por alto y un pase de pecho. El toro humilla y la serie con la diestra alcanzan brillantez, tomando con fineza y alegría el engaño. Supo darle respiro, ya que el toro vino a menos, y se puso muy cerca, y en un momento de descuido el toro lo encunó dramáticamente. Surgió la raza de Padilla y pidió música de nuevo. La fiesta siguió, metido prácticamente entre los pitones, con desplantes y abaniqueos. La estocada fue perfecta y el triunfo justo.
La faena de Castella tuvo momentos de buen aire, aunque el toro, con escasa fuerza, no se acopló a la embestida. El torero insistió cumpliendo con un trastero pulcro. Fue en el quinto donde Castella cuidó a un toro muy vasto de fuerza pero con muy buen son y calidad basando su faena de cercanía con temple y dominio. Con habilidad fue cuidando la embestida a media altura y así logró pasajes interesantes. Mató rápido y cortó doble apéndice.
La tarde sin duda ha tenido también un nombre, el de Alejandro Talavante. Está en un momento importante de su carrera. Tuvo en sus manos el mejor toro del festejo, de calidad suprema, y lo aprovechó bien. Ese tercero tuvo ímpetu y recorrido. El pacense se plantó en el platillo de la plaza y allí encendió la mecha. Surgió la prodigiosa izquierda. Llegó un caudal de toreo bueno sobre ambas manos, acompañadas de una variedad de torería intercalando arrufinas y bernardinas muy ajustadas. El tendido hervía de entusiasmo. Quieta la planta y asentada la zapatilla. Como postre tuvo otra tanda de naturales hondos y largos. Cuando se volcó al matar y cayó el toro sin puntilla, fueron a parar para él las dos orejas.
Con el último volvió a estar en la misma línea del anterior, destacando en una labor en la que hubo transmisión con un toreo de calidad, jugando muñeca y mando. Mató con rapidez y cortó la oreja que le sirvió para salir a hombros y se lo llevaron en volandas junto con sus compañeros de terna.

Ganadería:
Toros de La Baldosilla, correctos de presentación, nobles, aunque bajos de fuerza. El primero, manso. Aplaudidos en el arrastre tercero y cuarto.
Espadas:
Juan José Padilla, ovación y dos orejas. Sebastián Castella, ovación y dos orejas. Alejandro Talavante, dos orejas y una oreja. Los tres matadores salieron a hombros por la puerta grande.
Incidencias:
La plaza registró más de tres cuartos de entrada. Se guardó un minuto de silencio en memoria de quien fuera presidente de la plaza, Manuel Galán, a quien Juan José Padilla dedicó su primer toro. Presidió Ramón Picón.

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