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De incógnito

Los biorritmos de Alaya

Ni entiendo a la jueza Alaya ni tampoco a la Justicia. A mi, como a muchos, me gustaría tener una explicación sincera, que en verdad lo que quiere decir es que me convenza, de por qué antes tan poco y ahora tanto de golpe...

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Ni entiendo a la jueza Alaya ni tampoco a la Justicia. A mi, como a muchos españolitos y a muchos andaluces, me gustaría tener una explicación sincera, que en verdad lo que quiere decir es que me convenza, de por qué antes tan poco y ahora tanto de golpe. Pero igual que me sorprende el alud de los ERE de esta semana, me alucina que dos jueces se disputen a Bárcenas y a sus anotaciones. Tampoco entiendo que haya algunos dirigentes por el Levante español que tengan abiertas tropecientas causas judiciales y al final sólo se hable de cuántas veces le toca la lotería. Igual que me indigna la impunidad de más de uno, empezando por los bancos en general y terminando por sus dirigentes en particular, sin dejar de pasar por mucha clase política, en reserva y en activo, y algún que otro “dirigente” que no sé qué dirige ni a dónde se dirige.

Pero volviendo a la magistrada, a la cual no le discuto su valía, me pregunto si era necesario que se reincorporara para “impulsar” -término utilizado por el politiqueo y copiado por los periodistas- la causa de los ERE. Está claro que ella conoce la instrucción al dedillo, que es la que le quitó la investigación a la Policía y se la pasó a la Guardia Civil, que es la que ha interrogado a buena parte de los que ya están imputados en la causa y temblando ante una más que probable nueva citación. Todo eso lo tengo claro, pero ¿en estos seis meses no se ha podido hacer nada? Ignoro hasta qué punto la personalidad de la jueza ha influido en el subconciente de alguno para decidir un “vamos a esperar a que vuelva”, si algún que otro investigador prefería entregarle a ella los informes o los que entregaban no llegaban a transformarse en operación ‘Heracles’, o ha sido la propia causa la que ha esperado a la magistrada. Al final será un cúmulo de todo, como ocurre siempre en esta vida.

Pero me llama poderosamente la atención que todo tenga que depender de cómo es el juez en cuestión. No he estado de baja nunca, de modo que no sé si después de seis meses vendría con las pilas cargadas con criptonita como Alaya, alimentando aún más las enfervorecidas devociones que levanta en sus seguidores, a los que sólo les tengo que reprochar que sólo vean capaz de hacer justicia a una persona que tiene los biorritmos como los de más de un periodista, esos que piensan mejor de noche.

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