A los actos oficiales, a los que han asistido más de 10.000 personas a favor de la paz y contra el extremismo, se agregó una marcha de neonazis que fue interceptada por manifestantes de izquierda, lo que generó enfrentamientos en los que tuvo que intervenir la Policía.
Los bombardeos contra Dresde constituyen uno de los hechos de la Segunda Guerra Mundial que más emociones contradictorias generan en Alemania.
Los ataques a la Florencia del Elba, como se conocía a la ciudad del este de Alemania, son un símbolo del sufrimiento de la población civil germana durante la guerra y los neonazis siempre han querido capitalizar la tragedia.
Otros ven los bombardeos como un castigo a los crímenes nazis, y recuerdan que quienes lanzaron las primeras bombas sobre objetivos civiles fueron pilotos de la Luftwaffe alemana.
“El fuego volverá a nosotros”, advirtió un hombre citado en las memorias del pintor Otto Griebel, ante las llamas que consumían la sinagoga de Dresde el 9 de noviembre de 1938.
Ese fuego se volvió contra Dresde el 13 de febrero de 1945 cuando pasadas las diez de la noche 245 aviones británicos empezaron sus ataques contra la ciudad, sobre la cual arrojaron sólo en el primer cuarto de hora 881,1 toneladas de bombas.
Hasta esa noche, Dresde se había sentido segura y creía ingenuamente que quedaría a salvo de los aliados, por lo que la defensa antiaérea era precaria y apenas había refugios seguros.
Todo ardía, y quienes no hallaban un sótano donde esconderse buscaban llegar a la orilla del Elba.
A la 01.23 horas hubo un segundo ataque, y el tercero, esta vez estadounidense, tuvo lugar al día siguiente.
Para algunos judíos que ya habían recibido la orden de deportación, que equivalía a una sentencia de muerte, los ataques resultaron liberadores pues les permitieron huir.
Sobre el número de muertos aún hay una discusión, que oscila entre la investigación histórica y la leyenda.
Este año, cerca de 1.000 neonazis se dieron cita para hacer una marcha a través de la ciudad cuyo recorrido fue bloqueado por los manifestantes de izquierdas.
Además, un autobús en el que viajaban neonazis fue atacado y terminó con las lunas rotas.
No obstante, hasta el momento no ha habido heridos ni detenciones y los actos oficiales, a los que asiste la alcaldesa Helma Orosz, han estado más concurridos que los mítines de los extremistas.
Orosz participó en una cadena humana por la paz, convocada por las iglesias, los partidos democráticos y otras organizaciones.
La parte oficial de la conmemoración se inició con una ofrenda floral por las víctimas de la guerra y siguió luego con una cadena humana por la paz y contra el extremismo.