La duda ofende, pero fomentarla es igual de irresponsable como clarificador en el resultado final. Las empresas municipales, ya saben, aquellas que el actual equipo de Gobierno iba a pasar sobre todas “luz y taquígrafo”, no han hallado todavía, ni parece que pueda ya suceder, un plan de viabilidad ni una mejora que continúa pendiente tres años y medio después. Ni aleja los nubarrones sobre ellas como ni tampoco se atisba que se unifiquen como se dijo entonces.
Los problemas se acumulan y se amontonan, como esas dudas que surgen cada vez que se señala o se mueve la rama que sujeta cada empresa municipal. La semana pasada acabó con el cierre del grifo para Suvipuerto y su señalada gestión llevada a cabo por Matilde Roselló cada vez más arrinconada.
Izquierda Unida se sacude de responsabilidades y señala a la herencia dejada, a pagos a medios de comunicación (¿cuál?) y a la “temeridad de la oposición”.
La formación del saliente Fernández manda una lanza envenenada al pasar a su todavía socio, el PSOE, la papeleta de la deriva de Impulsa y le acusa de falta de gestión. A estas alturas y con la mesa de ajedrez a tres meses de unas elecciones locales, marca distancias.
Eso sí, cuanto menos sorprende que para salvar lo público, el ente o lo que queda de él, no descarte la obligatoriedad de un socio privado para salvar, alargar, la vida. Dudas. Muchas.