Como no teníamos bastante con la crisis y con los tijeretazos, ahora resulta, según me cuentan, que llevamos todas las papeletas para que nos toque un tsunami de ésos que siempre pasan en otros sitios. Yo, que creía que el tsunami había llegado ya con el resultado de las elecciones, me encuentro ahora desconcertado, abatido y pidiéndole al cielo que por favor no me vaya a dejar embarazado.
Entre los mercados que no dejan de apretar y, si hace falta, ahogan, entre los políticos que pelean por lo que quieren, es decir, no irse jamás, y entre los profetas que anuncian desgracias e inundaciones a todo trapo estamos más rodeados que las momias con las vendas. Unos señores de no sé dónde, aunque estaban mucho más guapos callados, han dicho que esta zona de la Bahía de Cádiz corre el serio peligro de que llegue un tsunami y se lleve todo por delante. Afirman que han estudiado muy bien el tema y que eso es lo que hay. Seguramente las criaturas no tendrían otra cosa mejor que hacer y por eso han hecho publicidad de su gran descubrimiento. Y mientras ellos se han quedado tan panchos, los que vivimos aquí nos hemos quedado con las caritas descompuestas. Ya me han comentado algunos amigos que a partir de ahora van a dormir con un flotador por si las moscas. Otros me han dicho que se van a buscar para vivir un ático en Vejer de la Frontera. Y también quedo asombrado con los irresponsables que no dejan de ir al Carranza un domingo sí y otro no sabiendo que además de sufrir por el resultado corren el riesgo de que se los trague la ola aunque se vayan a tribuna. Lo que iba diciendo. Que tenemos muy mala suerte. A perro flaco todo se le vuelvan pulgas, porque todos los días nos tenemos que ir a la cama con el miedo en el cuerpo. Llevamos casi tres años recibiendo puñaladas, cosquis, y pellizcos; y este panorama parece no tener fin. O sea, aquí no hay trabajo, no hay renta, no hay éxito escolar, no hay un duro, no hay vergüenza, no hay por donde cogernos, y lo único que nos anuncian que va a haber es un tsunami, como si con la noticia nos fueran a dar el mismo alivio que se les ofrece a los que desean una muerte digna después de tantos sufrimientos. Al paso que vamos terminaremos pidiendo un buen tsunami que acabe de una vez por todas con el vía crucis a que nos tienen sometidos entre unos y otros. Tenemos el cuerpo acostumbrado a las malas noticias y va a ser muy difícil que recuperemos el equilibrio, porque lo trágico vende mucho más que lo normal. El robo a punta de pistola, si es posible, el hachazo de un indeseable a su mujer, el asesinato de unos niños, el tren que descarrila y deja un balance de cuantos más muertos mejor…, ésas son las buenas noticias a que nos están acostumbrando. Incluso en los programas mal llamados rosa lo que vende es la discusión agria, la puesta al descubierto de unos cuernos ya enterrados, la ofensa directa y cuanto más agresiva mejor…¿Se han vuelto locos ahí fuera también? Y ahora de postre el tsunami.Después de todo esto no crean, pero me he quedado pensativo en el manicomio y se me han ocurrido también a mí, como es lógico, unas pocas de barbaridades. Incluso se me ha pasado por la cabeza que lo del tsunami no es tan negativo. ¿No sería mejor acabar con todo esto y empezar desde cero? ¿No se terminaría así el calvario chino con que nos están martirizando noche tras noche? ¿No sería para mí una buena solución el que desapareciera ya este manicomio y yo pudiera salir de él o morir con él? Cualquier cosa menos este sinvivir que nos está matando poquito a poco.