Peter Cattaneo tuvo un excelente debut en el mundo del largometraje con la célebre y recordada Full monty. Han pasado ya 23 años desde entonces sin que se le recuerde ningún otro trabajo relevante; de hecho, tras un par de sonados fracasos en taquilla, ha desarrollado la mayor parte de su trabajo en el mundo de la televisión. Su firma al frente de Que suene la música -horrible título bajo el que se ha estrenado en España su última película, Military wives- pretende reconciliarle ahora con sus inicios como director a partir de una película que mantiene numerosos puntos de conexión con la citada Full monty: una comedia dramática, de reparto coral, centrada en la realidad concreta de un pequeño colectivo, en este caso de mujeres, y en su forma de encontrar una vía de escape desde la que afrontar sus preocupaciones.
Aquí, su principal preocupación es aguardar el regreso de sus respectivas parejas, destinadas a una zona de conflicto bélico en Afganistán. Son esposas de militares y residen en una base del ejército británico en el Reino Unido. Como dictan las normas, una de ellas debe asumir la organización de una agenda social para mantenerlas activas y hacer más llevadera una espera a la que se une el temor a una llamada de teléfono o al timbre de la puerta de sus hogares, presagio siempre de malas noticias. Entre el cúmulo de actividades que proponen termina por triunfar la creación de un club de canto del que surge un coro de voces armoniosas apoyado en sus atractivas versiones de éxitos del pop de los años ochenta y cuya calidad termina por reclamar el Alto Mando para que participen en el clásico Memorial a los Caídos.
Todo es previsible y, en ocasiones, algo inverosímil en el transcurso de esta historia tan amable como intrascendente, que opta por subrayar la rivalidad interna entre las responsables del grupo, Kristin Scott Thomas -algo sobreactuada- y Sharon Horgan -más que notable-, y por sacar a relucir determinadas vertientes dramáticas que den más consistencia a un relato que deja de lado el que es, tal vez, el mejor fundamento de la historia, el de un grupo de mujeres que deben decidir si ser amapolas altas o, simplemente, girasoles, y no un simple divertimento ocasional. Ese tono crítico y veraz, que es el que afinaba la historia de Full monty, es el que ahora le falta a Cattaneo para elevar las aspiraciones de su nueva historia.