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'The Gentlemen', el regreso de Ritchie a los altos bajos fondos

Su nuevo y más sofisticado retrato de la mafia británica sigue fiel a su muy efectiva y efectista escritura cinematográfica

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The Gentlemen fue una de las películas cuyo estreno coincidió con el inicio del estado de alarma, pero, asimismo, se ha convertido en una de las pocas que se ha mantenido en cartel con notable éxito tras la reapertura de los cines.

El mérito corresponde a su singular realizador, Guy Ritchie, un tipo al que le costó sacudirse la mala fama asociada a su matrimonio con Madonna: le bastó con mirar de nuevo a sus orígenes para retomar el curso de la que había sido el inicio de una prometedora carrera. Cuando inició su romance con la diva del pop, el director y guionista británico ya había realizado dos estimables películas ambientadas en los bajos fondos: Lock and stock y Snatch, cerdos y diamantes.

Pero todo quedó difuminado cuando quiso poner su talento al dudoso servicio interpretativo de su mujer en Barridos por la marea, que fue todo un fiasco. Tuvieron que pasar seis años hasta que logró reencontrarse y reafirmarse en su efectivo y efectista estilo cinematográfico con la película que lo puso de nuevo en circulación, Rocknrolla, que, en cierto sentido, es el espejo en el que se ha mirado a la hora de abordar The gentlemen, convertida en un nuevo acercamiento al mundillo de la mafia británica, aunque desde una perspectiva más sofisticada, pese a mantener las constantes de su propia escritura visual y narrativa: historia coral, diferentes puntos de vista, un montaje endiablado, un persistente enfoque cómico en determinadas secuencias y un lúcido reparto liderado aquí por Mathew McConaughey, pero apoyado en un nutrido grupo de secundarios en el que sobresalen las interpretaciones de un fantástico Hugh Grant -siempre lo es cuando se olvida de hacer de Hugh Grant- y del muy fiable Colin Farrell.


Hasta llegar a The gentlemen, Ritchie ha respondido a Hollywood como uno de los realizadores más fiables en taquilla, desde sus dos divertidas entregas de Sherlock Holmes, pasando por Operación UNCLE y, tal vez su trabajo más rutinario, aunque igualmente exitoso, la adaptación de Aladdin para Disney. En medio volvió a casa para rendir honores con desigual acierto al Rey Arturo, pero no cabe duda que ha sido una trayectoria necesaria para proseguir escalando en su particular retrato de los cada vez más altos bajos fondos del crimen organizado, que es donde vuelve a moverse con mayor libertad y frescura.

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