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‘El hijo de Saúl’: Desde el infierno…

Un trabajo, erizado de dificultades de todo tipo, que puso contra la pared nada menos que a las más altas jerarquías eclesiásticas. Un trabajo, de cuyas dimensiones y consecuencias no fueron conscientes hasta mucho tiempo después...

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Los miembros  -tres hombres y una mujer- del equipo de investigación de casos especiales del Boston Globe, llamado Spotlight -que no solían trascender al resto de la plantilla, sino que trataban directamente con el redactor jefe, el jefe de sección y el director- son profesionales que hoy siguen felizmente en activo y con cuentas en twitter. Mi hija pudo comprobarlo pues, al comentar en el suyo las bondades de esta cinta, su colega Sacha Pfeiffer -excelentemente interpretada aquí por Rachel McAdams, nominada al Oscar a la Mejor Actriz de Reparto- lo retuiteó, para su sorpresa y alegría.

La historia, ambientada en los años 2001 y 2002, arranca cuando llega un nuevo director a la publicación, Marty Baron, hoy a la cabeza nada menos que del Washington Post. Un hombre inteligente, de religión judía, sin los códigos sociales y laborales al uso hasta entonces, que anima al grupo de reporteros a iniciar una búsqueda delicada. Un trabajo, erizado de dificultades de todo tipo, que puso contra la pared nada menos que a las más altas jerarquías eclesiásticas. Un trabajo, de cuyas dimensiones y consecuencias no fueron conscientes hasta mucho tiempo después.

Un trabajo en el que tuvieron que medirse cara a cara con la terrible, y planificada, realidad de los abusos sexuales a niños-as, especialmente vulnerables y de familias desestructuradas,  por parte de sacerdotes en los que confiaban ciegamente. A los que consideraban personas, ya no solo sagradas, sino divinas.

Un trabajo en el que los agresores eran encubiertos, dados de baja, enviados a otras parroquias y a otros lugares. Un trabajo en el que los defensores de estos ciudadanos eran sistemáticamente torpedeados y desacreditados, por un status quo ferozmente hipócrita y conservador. Por una sociedad patricia, de filiación o simpatías católicas, para la que el cardenal cómplice era sencillamente intocable, dados su poder e influencias.
Un trabajo en el que debieron entrevistar a adultos devastados, y aún así, “afortunados”

supervivientes. Un trabajo en el que se vieron las caras con asociaciones de víctimas y de terapeutas, con abogados entregados a la causa de de estos desposeídos. Un trabajo en el que rastrearon los sobornos, las ilegalidades, los silencios más impenetrables y el lado más oscuro de una institución presuntamente bendecida con la gracia de Dios.

Un trabajo que les exigió toda la dedicación, robándole horas a su descanso y a su vida personal, los que la tenían… Un trabajo que también les cuestionó a ellos mismos. Un trabajo que les procuró, en 2003, el Premio Pulitzer al servicio público.

Todo ello, y mucho más,  narrado en 121 minutos de absorbente metraje. Con un guión sólido, inteligente y complejo firmado por el propio realizador, Thomas McCarthy y Josh Singer. Con una fotografía, muy ajustada al clima del relato, debida a Masanobu Takayanagi. Con la excelente banda sonora del gran Howard Shore. Con una puesta en escena clásica y solvente.

Y de los intérpretes… ¿qué decir?. Mark Ruffalo, nominado al Oscar como Mejor Actor de Reparto, en la misma categoría en la que está, como hemos escrito anteriormente, su compañera Rachel McAdams. Pero no podemos olvidar las memorables composiciones de Michael Keaton, Liev Schreiber o Stanley Tucci. Seis nominaciones, en total, a las estatuillas incluyendo película y director, para las que está muy bien posicionada en todas las apuestas.

En honor a la verdad, ‘Spotlight’ es un homenaje al periodismo de calidad, defensor de los derechos civiles frente a todos los poderes. En honor a la verdad, es un thriller político de altura. En honor a la verdad… nadie debería perdérsela.

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