Un año más, quedó patente que si hay una jornada cofrade por excelencia en Chiclana es la del Miércoles Santo. Quizás por el hecho de que se inicie el puente, quizás por la gran devoción que arrastra la imagen de Jesús de Medinaceli o quizás por la unión de ambas circunstancias, es un día en el que el pueblo chiclanero toma las calles y sale al encuentro de una de las cofradías más señeras de nuestras ciudad.
El itinerario de la Orden Tercera de Servitas discurrió sin ningún incidente y, por primera vez en esta Semana Santa, no se temió por la aparición de la lluvia, ya que el tiempo acompañó durante todo el recorrido.
Aunque, como ya se ha dicho, no hubo ningún incidente reseñable, si debemos hacernos eco de los tremendos parones que se produjeron en el discurrir de la cofradía en algunos tramos de su recorrido y que hicieron desesperar a algún que otro espectador.
En la recogida, se volvieron a vivir momentos muy emotivos con el encuentro de ambos pasos en la rampa de acceso a la Iglesia Mayor. Un acto, criticado por muchos, que lo tachan de anacrónico y de poco adecuado, pero que sin duda en Chiclana gusta, a la vista de los aplausos y los vítores oídos en la madrugada del Miércoles Santo en la Plaza Mayor.