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Monzón trata "lo más colorido de la transición" en "Las leyes de la frontera"

La película, que se estrena en octubre, sigue las vivencias de un grupo de jóvenes durante el verano de 1978 en, plena transición democrática

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El director de cine Daniel Monzón ha recuperado el género de cine 'quinqui' en su nueva película, “Las leyes de la frontera”, que se estrenará el próximo octubre y sigue las vivencias de un grupo de jóvenes durante el verano de 1978 en, plena transición democrática para mostrar al público “el lado más vivo y el más colorido de aquella época”.

En esta ocasión, Monzón y el guionista Jorge Guerricaechevarría, con quien ha trabajado en proyectos como “El hijo” y "Yucatán", se han vuelto a juntar para adaptar la novela homónima de Javier Cercas y llevar a la gran pantalla el verano que protagoniza Nacho, un joven que, tras enamorarse de Tere, una joven quinqui, “se pasará al otro lado de la frontera y estará dispuesto a saltarse sus convicciones y normas”.



Según ha explicado en una entrevista con EFE el cineasta, galardonado con el premio Goya a mejor director y guion por "Celda 211", el filme refleja “esa intensidad emocional de un chico joven que conoce el amor y vive una experiencia que le hará crecer como persona y que le marcará para toda la vida”.

A la historia de amor entre los protagonistas, eje vertebrador del filme, se le entrelazará la acción, el thriller y la amistad, todo bajo el telón del contexto social de la España de la transición democrática.

“Porque yo viví en aquellos años no quería hacer una representación sobria o gris, ya que en aquel momento de transición había una necesidad de libertad y de celebrar la recién adquirida democracia que hacía que todo fuera muy colorido”, ha destacado Monzón.

Aunque la acción transcurre a finales de los años setenta, el director y guionista del filme sostiene que existe una conexión emocional directa con esa época, algo que no ha sido buscado, sino que la historia llega en un momento “en el que el público adulto revivirá su infancia y el público joven sentirá retratado sus anhelos de forma directa”.

“Cuando descubrí el libro me golpeó porque emocionalmente me sentía muy cerca de lo que contaba la historia”, explica Daniel Monzón (Palma de Mallorca, 1968), quien ha reconocido que, con diez años, ya sentía cierto temor por la figura de los quinquis, a la vez que fascinación, “porque vivían con una libertad que no teníamos los demás”.

Esta fascinación que el mismo director sentía es la que experimenta el protagonista de la historia, y la que considera que sentirán los jóvenes que vayan a verla, ya que “en la época actual, en la que se está constriñendo tanto a los jóvenes, también hay una necesidad de libertad y de saltarse las normas”, apunta Monzón.

Asimismo, las pulsaciones emocionales que impulsan a los personajes, y especialmente al protagonista, son las mismas que mueven a cualquier adolescente y que representan las ganas de “vivir con los sentimientos a flor de piel y muy deprisa”.

Pero llevar estas vivencias a la gran pantalla no ha sido sencillo, reconoce el director, sobre todo considerando que tuvieron que parar durante unos meses por la pandemia, un tiempo que el elenco aprovechó para potenciar sus lazos de amistad para construir una relación que Monzón buscaba para “esta historia de colegas”.

Aun así, y a pesar de las dificultades que ha supuesto recrear la Girona de finales de los setenta, “porque esos tiempos todavía forman parte de la educación emocional de muchos y resulta más fácil ver los errores y anacronismos”, Daniel Monzón se muestra orgulloso de haber reflejado en la pantalla todo aquello que sintió hace ocho años, cuando leyó por primera vez esta historia apasionante de verano que llegará a los cines el próximo octubre. 

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