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Ronda

El Centro Cultural Fundación Unicaja inaugura una exposición de esculturas de Marino Amaya

La muestra se compone de una selección de piezas realizadas en piedra y bronce de las distintas etapas y temáticas del autor

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El Cervatillo es una de las figuras más populares del autor.

Algunas de las piezas más representativas del autor.

Las esculturas han sido restauradas para la ocasión.

El responsable de Artes Plásticas presentó la exposición.

Otra de las esculturas de Marino Amaya.

Niños jugando en un balancín.

Niña en bicicleta, en bronce.

Inmaculada Concepción, en piedra caliza.

Las piezas han sido restauradas para la ocasión.

A lo largo de su vida, el escultor Marino Amaya plasmó en piedra y bronce un universo muy personal centrado principalmente en el mundo de la infancia, de los animales y, en última instancia, de las figuras del ámbito religioso.

El Centro Cultural Fundación Unicaja de Ronda acaba de inaugurar la exposición titulada ‘El pastor que quiso ser escultor’ de Marino Amaya (Astorga, León, 1927-Villanueva de Algaidas, Málaga, 2014), una muestra que podrá visitarse hasta el próximo 31 de agosto, y que reúne una selección de obras realizadas en piedra y bronce de las distintas etapas y temáticas principales del autor.

El responsable de Artes Plásticas de Fundación Unicaja, Rafael Valentín López, presentó este martes la nueva exposición alojada en la galería exterior del centro, inaugurando así este espacio expositivo que se irá renovando cada cierto tiempo para mostrar el trabajo de diversos artistas.

De hecho, con la inauguración de esta muestra se cumple, a juicio del responsable de Artes Plásticas de la Fundación, un triple objetivo. En primer lugar, dar contenido a esta sección expositiva en la galería exterior del centro cultural; en segundo lugar, “rendimos tributo a un escultor, fallecido no hace muchos años, que supone un acervo patrimonial para nuestra entidad y que hoy en día está considerado entre los mejores autores del siglo XX dentro de la escultura contemporánea española”, y, en tercer lugar, la entidad recupera parte de ese legado  a través de la restauración en profundidad que se ha hecho de la totalidad de las piezas que configuran esta exposición.

La exposición dedicada al escultor Marino Amaya, presentada con el título ‘El pastor que quiso ser escultor’, dados los orígenes humildes y pastoriles de esta figura de la escultura contemporánea española, muestra una selección de 18 piezas elaboradas en piedra, caliza fundamentalmente, y en bronce, que aúnan todas las temáticas y tendencias que Marino Amaya practicó a lo largo de su vida.

Temáticas

Como explicó durante su intervención Rafael Valentín López, se trata de obras, elaboradas en su mayoría entre principios de los años 60 y los primeros años de la década de los 70, “que nos hablan del mundo de la infancia, de figuras animales y, en última instancia, de figuras religiosas”.

Entre este conjunto de 18 obras, pueden encontrarse esculturas de carácter religioso de gran tamaño, como ‘La Inmaculada Concepción’ (1965), tallada en piedra caliza, o la figura dedicada a los niños titulada ‘Maternidad’ (1964), del mismo material. También en piedra caliza, la muestra incluye conjuntos como ‘Niños jugando en un balancín’ (1964), o en bronce, grupos escultóricos como ‘Niños jugando al corro’, además de figuras de diferentes animales tan destacadas como el popular ‘Cervatillo’.

Todas las obras, pertenecientes en su totalidad a la colección de arte de la Fundación Unicaja y que han sido restauradas de forma integral específicamente para la ocasión por el restaurador local David Becerra, que ha realizado un esmerado trabajo de restauración, narran, en muchos casos, las diferentes facetas de la vida infantil del artista, en las que articula escenas y figuras con las que busca evidenciar el amor que le caracterizaba por la vida, por la familia y por las cosas sencillas que hacen que la existencia humana tenga cierto sentido.

Trayectoria

Marino Amaya, nacido en Astorga (León), se trasladó a Málaga convirtiéndose en un malagueño más durante bastantes años, y falleció en la cercana localidad de Villanueva de Algaidas.

Durante su trayectoria artística, interpretó sobre piedra y bronce todo un universo muy personal plagado de citas a numerosas etapas de su vida.

Fue un autor que, gracias a su modelo de creación y de proyecto lineal apartado de las modas imperantes del mundo de la escultura española del siglo XX, se ganó en su época el respeto del universo artístico y profesional del momento.

En el año 1950, Marino Amaya fue reconocido con la Medalla de Plata en la Exposición Nacional de Escultura y Bellas Artes, hecho que le llevó a exponer en espacios públicos y privados a nivel nacional e internacional, entre los que destaca la por entonces reconocidísima Galería Zoma de Nueva York, donde la Fundación Rockefeller adquirió quince de sus piezas para exponerlas en diferentes espacios públicos de la citada ciudad estadounidense. Además, el autor realizó encargos para altas instituciones como el Vaticano, para el que esculpió la pieza titulada ‘El derecho a la vida’ que sería motivo de bendición por SS el Papa Juan Pablo II y que hoy en día forma parte de los fondos de los Museos Vaticanos.

Asimismo, muchas de sus esculturas se encuentran repartidas por distintos espacios públicos y privados de toda España, también en multitud de localizaciones de Málaga capital y de ciudades de la costa.  

Su obra, en pleno proceso actual de revisión tanto a nivel nacional como internacional, ha alcanzado en los últimos años un foco de interés hasta ahora desconocido, tanto por parte de los coleccionistas privados, que se han volcado en la adquisición de sus piezas, lo que por otro lado ha incrementado el interés y el valor de las mismas, como también por instituciones como la Fundación Unicaja, con la puesta en marcha de exposiciones de esta envergadura. Esto se debe a la naturaleza emocional y aparentemente simple de sus piezas y, también, a la calidad y al carácter atemporal de sus imágenes.

Características comunes

Tanto es así que, en relación con la escultura de Marino Amaya, en esta muestra se pueden ver representadas ciertas características comunes con artistas de fama internacional como el japonés Yoshitomo Nara (Hirosaki, 1959), autor de figuras infantiles semejantes al repertorio del autor astorgano afincado en tierras malagueñas, o relacionadas con autores de primer nivel del panorama nacional como Javier Calleja.

Referencias biográficas

El escultor Marino Amaya podría considerarse un caso de estudio singular, pues fue un artista que supo plasmar en sus trabajos sobre piedra y bronce todo un universo personal que hacía una referencia constante a innumerables etapas de su vida, por lo que el factor biográfico resulta ser un elemento crucial en su devenir.

Estas cualidades permitieron, décadas atrás, que la extinta Caja de Ahorros de Ronda -parte integrante de la actual Fundación Unicaja-, apostara de manera firme por su trabajo, incorporando a su colección de arte todo un grupo escultórico de carácter público y también museístico, de pequeño, mediano y gran formato. Tras su paso por diferentes espacios expositivos públicos y privados a nivel nacional e internacional, Marino Amaya vive un momento crucial en su carrera, e inicia una nueva serie, dedicada casi en su totalidad a la vida infantil, obras en las que el autor, con un marcado sentido lúdico y de juego, representa diferentes facetas de esta decisiva época de la vida. 

‘El pastor que quiso ser escultor’ de Marino Amaya puede visitarse hasta el próximo 31 de agosto en la galería exterior del Centro Cultural Fundación Unicaja de Ronda de martes a sábados en horario de 10:00 a 14:00 horas y con entrada libre.

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