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Andalucía

Show en la Cámara

Era de esperar que el asunto mascarilla tuviera su momento posterior relativo a tratos bajo cuerda, ya hubo presuntas corruptelas en la comunidad de Madrid

Publicado: 01/03/2024 ·
11:12
· Actualizado: 04/03/2024 · 10:56
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  • El jardín de Bomarzo.

“El espectáculo se ha convertido en el valor de nuestra época. Ya no hay valores, nadie sabe qué cosa es buena, qué cosa es mala, qué cosa es bella, qué cosa es fea. Vivimos en una de las épocas más confusas de la historia”. Mario Vargas Llosa.

Era de esperar que el asunto mascarilla tuviera su momento posterior relativo a tratos bajo cuerda, ya hubo presuntas corruptelas en la comunidad de Madrid que enturbiaron la imagen de Ayuso. Recordemos que en aquellos días negros de pandemia y desesperación en el que no había mascarillas, entre otras razones por la falta de previsión del gobierno central y de las comunidades autónomas con las competencias cedidas en materia de sanidad, lo que menos importaba era el precio a pagar por ellas y no hay nada mejor que la fervorosa necesidad conjunta como efecto llamada para el aprovechado, el golfo, el comisionista o lo que se tercie, ávido por colocar su producto elevando el precio. En toda guerra hay muertos, pero también alimañas que saben moverse entre escombros para hacer fortuna. La cuestión es que el entramado en torno a Ábalos veremos cómo termina, primero por la evidente preocupación que tiene Sánchez y su gobierno con un asunto que no controla y del que desconoce su profundidad y, segundo, porque estos días se están revisando en todas las administraciones públicas del país los contratos que entonces se hicieron para adquirir mascarillas en la búsqueda de irregularidades y, claro está, el golfo que vendió allí lo hizo con parecido proceder en más sitios y, por tanto, no sería de extrañar que en breve aparecieran nuevos momentos de corrupción sobre esta materia. Eso buscan PSOE y PP, eso temen ambos.

Pero como nos hemos habituado a la corrupción al mismo nivel que aceptamos la mentira, no la penamos, poco importa. El político sabe que solo hay que aguantar el envite un tiempo hasta que el asunto desaparezca de la retina del votante, cosa que dura lo que dura, nada, el tiempo que tarda ese mismo político en colocar en esa misma retina otra cosa. También lo sabe Ávalos, que ocultará su oronda figura en el grupo mixto y, así, mantendrá sueldo y sobre todo eso de estar aforado y que tan bien le viene para atravesar el desierto de los apestados. Cada día la política tiene más de espectáculo, las comparecencias están medidas para que el corte de televisión sea el adecuado, la imagen, la frase, el tono, todo un show desde la Cámara.

Uno piensa que lo ha visto casi todo hasta que, incrédulo, observa cómo el PP de Juanma Moreno le otorga la Medalla Manuel Clavero a Jarcha, reúne al grupo que estaba disuelto hacía muchos años, le sube al Maestranza el 28F para cantar el Libertad sin ira ante los coros del respetable y logra que todos coreen uno de los himnos de la transición ante la feliz mirada del presidente, que batió palmas al compás de su generosa sonrisa. La política puede alcanzar cotas memorables y puede ser, sin duda, un espectáculo medido con el objetivo de captar el interés y el voto de diferentes grupos sociales, de hecho la gala del 28F se ha convertido en todo un guiño del presidente a la diversidad andaluza, un perfecto envoltorio de andalucismo para su persona; el PP ha sabido modelar el muermo de hace unos años cuando el PSOE se dedicaba a leer decretos y dar discursos para convertirlo en un espectáculo-gala en directo para la RTVA, bien montado, entretenido, con sus más y sus menos, pero muy visible y con momentos de gran emotividad para un espectador que, así, siente como el orgullo andaluz le araña unos centímetros más adentro en su corazón verde y blanco. Moreno Bonilla se hace cada día más con ese andalucismo suelto que antes fue del PSOE y, a este paso, terminará canturreando la internacional para llamar al voto de la izquierda dispersa.

Que está dispersa, eso lo sabe bien Juan Espadas. Y de momento no encuentra modo y manera de volver a juntarla, a lo que está el nuevo secretario de organización recién nombrado, Jacinto Viedma, que viene de la cultura del PSOE de Jaén y que tiene galones para rearmar la estrategia e intentar intimidar en lo posible a este PP cada día más envuelto en lo andaluz. Quién lo hubiera dicho. No hay que olvidar, sin embargo, que lo apasionante de la política es que nada es sólido como para ser duradero, tiene la solidez de un instante, que puede ser fugaz y se confunde quien se acomoda más de la cuenta en el sitio o cree que aquello ya es suyo o piensa que lo que maneja y reparte es de su propiedad y, por tanto, lo hace de manera caprichosa y es ahí donde arranca el deterioro. Le sucedió a Susana Díaz, algo un día se rompió y su futuro se diluyó para terminar donde está, de tertuliana distinguida y en el Senado hasta que la nómina del consejo consultivo recién aprobado la retire del todo.

El poder, a algunos, les cofunde. Le pasaría al tal Koldo y, seguramente, más de uno a su alrededor lo vio y o participó o miró hacia otro lado, como hicieron en los Eres en Andalucía durante tantos años de barra libre, como aquellos que orquestaron la Gürtel con todos sus entramados. Entre otras cosas, creerse que todo aquello era suyo.

Pero no deben temer. La sociedad no pide cuentas ante la corrupción, salvo quizás si el desfalco es demasiado notorio. Pero si son solo unos trozos, nada, pelillos a la mar. Los partidos políticos lo saben, ha habido tantos casos de corrupción durante los últimos años que la hemos normalizado, forma parte de lo posible y la justificamos porque todos lo hacen, como mentir o prometer en campaña y no cumplir, pero como todos lo hacen, pues eso. Y así nos va, entretenidos ante un espectáculo que cada día trae nuevos e inesperados capítulos.

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