Hasta el alma más limpia produce sombras donde se oculta lo feo, lo malo. A veces lo malo se impone y domina, se hace ver, se muestra con toda su espesura para que no olvidemos que no todo es cálido y sólido, también estamos hechos con ciertos niveles de vileza, ira, venganza, maldad. Cuando eres nativo de Cádiz, provincia, percibes fácilmente la envidia allí por donde vas, sea Madrid, Bilbao o Lugo porque ser de Cádiz, provincia, significa tener la suerte de vivir en la frontera de lo maravilloso, tierra, cultura, clima, playas, geografía, música, fiestas, religión, gastronomía, gente, diversidad, otra vez clima, sierra, vientos, todo lo bueno junto que, cómo no, tiene sombras donde se oculta lo feo, lo malo. Y a veces lo malo se impone y domina, se deja ver, se muestra como lo ha hecho en Barbate para recordarnos que por estas tierras también fluye lo negro, el tráfico, las redes del mal que circulan impunes y armadas. Tan oscuras como el oportunismo político, de Marlaska, al que interesa la provincia sobre todo en campaña para presentarse por ella y luego abandonarla a su suerte, de Feijóo, que no necesita de nadie para, él solito, mostrarse cada día más al borde del abismo.
Galicia. Lo que suceda el domingo en esta hermosa aldea formada por cientos de ellas y donde el paisaje y la gastronomía lo son casi todo puede marcar la agenda política de los próximos meses; si el PP no alcanzara la mayoría absoluta y perdiera el gobierno ante un acuerdo entre PSOE y el BNG de Ana Pantón no cabe duda de que se abriría en canal la misma mañana del lunes, por no decir la noche del domingo.
La mayoría absoluta está en 38 y las encuestas, las fidedignas, sitúan al PP de Alfonso Rueda en la horquilla entre 38 y 39 escaños, si bien las cifras bailan al mismo tiempo que Feijóo se va metiendo, él solito, en el hoyo de su propio desconsuelo en asuntos como la pensada que se dieron por 24 horas sobre la amnistía, el posible indulto si fuera presidente a Puigdemont o la estúpida comida con una veintena de periodistas bajo el manido off de record donde, parece, habló de lo que no debía y medios de izquierdas aprovecharon la nueva torpeza del gallego, todo a una semana de estos comicios. Feijóo tiene una habilidad especial para estropearlo cuando va llegando a meta, como le sucedió en las últimas elecciones generales y como le sucede ahora, eso comenta medio PP que no le ve de presidente, ni de candidato y que opina que si este domingo no mantiene el gobierno de la Xunta ardería Génova alentado arrebato. No es que Pedro Sánchez no se reúna con periodistas para pactar líneas e ideas de titulares entre surtido variado de croquetas, que lo hace, solo que se ve con los de su cuerda, mientras que la candidez del PP le lleva a rodearse del arco iris completo y, claro, eso es asumir riesgos, como el que gusta hacer equilibrismo sin palo.
La guerra sucia forma parte de la guerra, no en vano guerra y limpio suena contradictorio. El PP está partido en dos piezas, la moderada de Feijóo y el ala dura, la más aznarista, la de Ayuso, que aguarda la debacle del gallego y que, incluso, podría estar alentando intimidades a los medios para debilitar a un líder al que, cómo no, encumbra en público. Llama la atención con cuanta rapidez Ayuso entra en el debate nacional a través de alguna cadena cercana, como Tele 5, en cuanto a Feijóo le sale un grano. La madrileña puede ser la candidata preferida de la gente, distinto sería medir su acogida en Cuenca, León o Lepe y cómo se fajaría en un cara a cara con Sánchez, que puede ser más de todo que ella en todo –a él también le encanta la fruta-. El caso es que gane el PP Galicia o no, nada invita a apostar por Feijóo a futuro. Y se le nota en la mirada.
La disyuntiva alcanzaría Andalucía, donde el perfil moderado de Juanma Moreno es más de partido que el de Ayuso y entre ambos está el asunto. Aunque para el presidente andaluz igual no es el momento idóneo para este salto, tampoco cabe duda de que se está preparando para ello, entra en el debate nacional, se sabe opción destacada llegado el cisma, ha profesionalizado su marca Juanma dotándola de cercanía, moderación y limpieza al más profundo estilo europeo y, además, quiere, también sabe que si el evite lo gana Ayuso y el ala más colérica del PP igual viéndole alternativa le arrinconan en la idea de eliminarle del tablero. La política tienes estos recovecos donde se oculta lo feo, lo malo.
Estas cosas las saben Feijóo, Ayuso, Juanma y toda la gente que a los tres les rodean; en Madrid andan midiendo lo del domingo en Galicia porque de darse una pérdida de gobierno todo se precipitaría para un Feijóo que parece haber entrado en una disyuntiva de imagen negativa fruto de sus errores y ahora es más la imagen de la derrota que otra cosa y eso en política suele ser el principio del fin.
Cambió su núcleo duro para parapetarse en confianza y su decisión afectó, entre otros, a Elías Bendodo, que no está jugando la liga gallega y que aunque parece haber arreglado los desajustes que tuvo con el presidente y amigo Moreno Bonilla, a quien acompaña desde que salieron de su barrio en Málaga para conquistar las juventudes del partido, anda con el paso cambiado en esa pérdida de protagonismo a la que no está habituado y, de hecho, en Málaga la digieren mal. Más los ataques dirigidos y habituales en la guerra sucia, como el que le practica con especial inquina Alvise Pérez a través de Telegram y sobre los cuales busca origen, intención y, también, financiación. Alvise, un agitador profesional que proviene de Ciudadanos en Valencia, maneja cierta información privilegiada bien filtrada como, dicen, un vídeo de cierto político andaluz saliendo de donde no se debe estar.
En el PP, en definitiva, hay mucho nervio, saben lo que está en disputa y todos son conscientes que se juegan algo grande cuyas consecuencias, como la onda expansiva de un pequeño trozo de piedra sobre la calmada agua, se puede extender por todo el terruño nacional hasta distorsionarlo por completo. Así es la política, un todo o nada que se decide en unas pocas décimas de segundo.