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La Bisagra

Doña plaza de Santa María

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Siempre pasa lo mismo en este miope Jaén. Tiene que estar el cielo de que los vecinos de esta ciudad pongan el grito allí cada dos por tres hasta sus esponjosas y plateadas nubes. Tanto, que muchas veces pienso que o no existe o como decía Gila: “Lo que aguanta el tío”. Primero, que vaya chapuza lo del tranvía, que nos vamos a tener que ir de esta ciudad, que no se va a montar ni Dios, que qué vamos a hacer con los coches...Despúes: pues parece que está chulo esto; ¡coño, que bien está quedando! Con Bernabé Soriano, su adoquinado y la semipeatonalización, otro tanto de lo mismo: que sí, que no, que ahora parece que está mejor, pues a mí me gusta, etc, etc.

Ahora toca con la plaza de Santa María, que digo, doña plaza de Santa María a partir de ahora. En un principio fue el dichoso color del granito, que parecía que era un poco oscuro y que no habría quien parara a las cinco de la tarde en verano. Que pensé yo, ¿quién hay a las cinco de la tarde en la plaza? Rebajado el tono del granito con más gritos en el cielo, llegó la polémica de los magnolios, naranjos y resto de vegetales que crecían al abrigo del la Catedral. Con el precedente del amoroso abrazo de Cristina Nestares al falso plátano de la plaza de las Batallas (perdón, Concordia), a cada magnolio le salieron cientos de novios dispuestos a declararle amor eterno, aunque finalmente quedó en una simple canita al aire.
Finalmente las palas han echo su trabajo y ¡oh, cielos!, menuda plaza tenían secuestrada los magnolios de las narices. Una señora plaza, doña plaza, excelentísima, ilustrísima y magnífica. La misma que previó un tal Andrés de Vandelvira y a la que que con el paso de los años fuimos poniendo chismes. LLegados a este punto, y con el entusiasmo que supongo que ya han percibido, pienso yo que, ya puestos, podíamos darle un bocado al Ayuntamiento, que como afectaría sólo a Intervención, Tesorería y Caja, que para que nos vamos a engañar, no tienen mucha actividad ultimamente (salvo las protestas e insultos), lo ganaríamos así para la plaza. Doña plaza de Santa María.

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