Un día tan bueno como cualquier otro para hablar de estas personas y de ASIQUIPU.
Llegué una mañana de septiembre a la Asociación Si Quieres Puedo (ASIQUIPU) bajo la curiosidad de saber qué había detrás de las puertas de este castillo.
María del Mar Gil García, la Presidente de la Asociación, me dio la bienvenida con una cálida sonrisa. Juntas recorremos los pasillos, deteniéndonos en cada una de sus aulas, mientras me explica las actividades realizadas en ellas. Lo hizo con una gran ilusión, mostrándome cómo ha crecido la asociación desde su fundación en 1994, pasando de 14 usuarios/as en sus inicios a más de 100 en la actualidad.
ASIQUIPU es una entidad privada sin ánimo de lucro, declarada de utilidad pública en 2014.
La historia de ASIQUIPU comenzó en un modesto local, cedido por el Ayuntamiento de Barbate, donde un grupo de padres y madres de la localidad con hijos con Síndrome de Down, se propusieron crear un espacio para ayudar y respaldar a las familias y a los niños con necesidades educativas especiales. Hoy en día, es un edificio de 4 plantas, que cuenta con una gran variedad de programas y actividades, hasta tienen su propio huerto ecológico, convirtiéndose este edificio en su propia fortaleza, su castillo.
En sus primeros momentos, la Asociación se centró en usuarios/as con Síndrome de Down. Sin embargo, su compromiso y alcance crecieron con el tiempo y comenzaron a atender a usuarios/as de muy diversas patologías, llegando a convertirse en CAIT “Centro de Atención Infantil Temprana” y a unirse a la "Federación Andaluza de Síndrome de Down" (Down Andalucía) y a la "Federación Española de Síndrome de Down" (Down España). Los profesionales de ASIQUIPU son integrantes de la Red Nacional de Educación, centrada en la inclusión educativa; la Red Nacional de Atención Temprana, y la Red Nacional de Empleo con Apoyo, impulsadas todas por Down España. Además, ASIQUIPU pertenece a la Federación Andaluza de Asociaciones de Ayuda al TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) “FAHYDA”.
Tras las aulas conocí a las profesionales que son más que maestras, terapeutas, enfermeras y cuidadoras; son guardianas del potencial humano y de este castillo. Despliegan una paciencia infinita, adaptando cada lección y ejercicio para satisfacer las necesidades únicas de cada persona. Con sonrisas cálidas y abrazos reconfortantes, crean un espacio seguro donde la confianza y la autoestima florecen, ofreciendo una voz y una mano amiga en un mundo que a menudo los ignora. Arquitectas de la inclusión, que construyen puentes hacia un mundo más comprensivo y justo.
Tuve la suerte, de que en mi visita, detrás de una de las puertas, se encontraba el grupo adulto de ASIQUIPU. No pude no emocionarme. Me reencontré con antiguos compañeros de colegio e instituto, que habían compartido clases conmigo años atrás. Vinieron corriendo a saludarme con un cariño único, con un amor que solo ellos regalan sin condición.
Estaban aprendiendo a cocinar ensaladilla. En ese momento, Maria del Mar me explicó que estos adultos ya habían pasado por diferentes programas: psicología, logopedia, habilidades sociales…y ahora, los formaban para que fuesen lo más autónomos posibles para que puedan vivir de forma independiente y puedan optar a un puesto de trabajo para sustentarse, al igual que cualquier otra persona.
Entre las distintas formaciones que reciben, me habló sobre el Programa de Habilidades para el Empleo. Cada una de estas personas cuenta con un preparador laboral a su lado, un mentor y guía que les ayuda a adaptarse a su nuevo entorno de trabajo. A medida que crecen en habilidades y autonomía, la presencia del preparador laboral se va desvaneciendo, pero nunca desaparece por completo.
En Barbate, diversas empresas se unen activamente a este programa empresa-amiga, abriendo sus puertas y brindando oportunidades laborales que no solo transforman vidas, sino que también trabajan en pro de una sociedad más inclusiva y equitativa. La participación de cada empresa no solo representa un gesto solidario, sino que también desata un impacto positivo al ofrecer oportunidades laborales de gran significado. Este compromiso no solo se traduce en el desarrollo profesional, sino también en el crecimiento personal de aquellos que forman parte activa de este programa.
Aparte del programa empresa-amiga, cuentan con otro tipo de colaboraciones, cómo la posibilidad de ser socio colaborador, abonando una cuota periódica mínima de 10 € al trimestre. También está la opción del voluntariado, tan importante para el desarrollo de muchos de sus servicios, sobre todo, del servicio de ocio y tiempo libre. Y por último, donaciones de todo tipo, desde dinero a productos, libros, cuadros… cada contribución cuenta y contribuye a su crecimiento.
El final de mi visita fue marcado por una conversación con María del Mar, donde le pregunté acerca de las luces y sombras de su trabajo. Comenzó compartiendo lo más doloroso, que era cuando alguna de estas personas, a quienes habían acompañado prácticamente desde su nacimiento, nos dejaban. Lidiar con la pérdida de aquellos a quienes habían cuidado y conocido durante tanto tiempo era una de las partes más difíciles de su trabajo, también cuando pasan por problemas de salud o cuando sufren alguna situación discriminatoria o de exclusión social. Es en estos momentos, cuando la asociación se convierte en un gran apoyo, acompañando tanto a usuarios/as como a familiares. Además, mencionó que estaban atravesando una nueva etapa con los usuarios/as adultos que llegaron siendo niños y ahora estaban abriendo camino a la madurez y vejez, marcando así el inicio de una nueva era para la asociación.
Luego, con emoción, compartió lo mejor de su trabajo: la constante sorpresa de ver a estas personas superar desafíos que parecían inalcanzables. Experimentar y celebrar el progreso en cada pequeño logro y lo reconfortante que es ver como expresan su agradecimiento y cariño.
Al marcharme de ASIQUIPU, dos pensamientos claros se apoderaron de mí. Por un lado, sentí la urgencia de revelar a Barbate lo que había detrás de esas puertas. Por otro lado, nació en mí la necesidad apremiante de dar visibilidad a las personas con discapacidad. Experimenté en carne propia cómo la inclusión tiene el poder de transformar vidas, y comprendí que la colaboración de la población es clave en este proceso.
Sentí en lo más profundo de mi ser que nuestra voz, mi voz, tu voz, podría ser una fuente de inspiración para aquellos que luchan día a día contra las barreras que impone la sociedad. ASIQUIPU dejó de ser solo un lugar; se convirtió en un símbolo de unidad y solidaridad.
La emoción de la experiencia me lleva a compartir este escrito con ustedes con la esperanza de que cada palabra, cada acto de colaboración, contribuya a construir un mundo donde la inclusión sea la norma, no la excepción.
Feliz Día Internacional de las personas con discapacidad. Celebrémoslo hoy y siempre, pues estas personas existen los 365 días del año.
Para más información:
C/ Julio Romero de Torres 8 y 10 Barbate (Cádiz)
Telf: 956434553
Correo: down@asiquipu.com
Web: https://asiquipu.com/