Contra las dictaduras es extraordinariamente fácil manifestarse desde las democracias, pero es muy costoso hacerlo en los regímenes dictatoriales. Los opositores al régimen cubano son vigilados, encarcelados y, si pueden, se marchan del país. La revolución cubana, Fidel y el Che lo justificaban todo. Vemos cómo los manifestantes que exhiben un folio en blanco por las calles moscovitas son apaleados y detenidos. A otros se les pierde el rastro, si no son envenenados por las fuerzas de seguridad, que los persiguen por cualquier lugar del mundo. Putin no quiere desmerecer, tampoco en eso, a Stalin. En China, el desacuerdo con el gobierno lo “curan” con campos de reeducación. Son centenares de miles, quizá millones, los que son internados a la fuerza. Para Amnistía Internacional los campos de internamiento son “lugares de castigo y tortura, no de aprendizaje”, con palizas, hambre y reclusión en aislamiento. Es especialmente empleado en regiones secesionistas como Tíbet o Xin-jiang. Lo de Hong Kong ha sido televisado.
Desborda lo escandaloso de Nicaragua. El líder que se decía revolucionario, Daniel Ortega, ha encontrado un mecanismo poco original para ganar elecciones: encarcelar a los otros candidatos y así su victoria está asegurada. La arrestada más conocida es la hija de la expresidenta Violeta Chamorro, Cristina. Ortega ganó con el 76% de los votos. Todo un crack. El Frente Sandinista de Liberación Nacional no ha podido caer más bajo. Arabia Saudí fue puesta en la picota tras el asesinato -por descuartizamiento- del periodista Jamal Khashoggi, pero no es sino la punta del iceberg de una falta de libertades que -como en China- se pretende tapar con el desarrollo económico. La lista puede ser interminable si se contabilizan los países que conculcan los derechos humanos en Africa.
El mayor ataque a los derechos humanos es la guerra. Se ha visto en Yemen, Siria, Sudan, Irak, Afganistán, Etiopía o Libia. Sin embargo, Ucrania espanta más porque está más cerca y tiene el significado simbólico de que se puede repetir la guerra mundial, con el añadido aterrador del peligro nuclear. Las dictaduras son así: Recurren a la violencia porque detestan la voluntad popular. Los que se reclaman de izquierdas y los de derechas. Putin lo practica, por eso tras los Oscar recitémosle el salmo 22, eje de El Poder del Perro: “Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida”.