Está tan comentado que ya casi no se comenta como si la costumbre de verlo sin que ni Ayuntamiento ni empresas lo tengan en cuenta, que críticos y pueblo parecemos habernos acostumbrado, pero no es así. En todo caso digamos que se soporta ante la imposibilidad de los responsables de actuar razonablemente. Y es que una misma calle puede abrirse hasta tres o cuatro veces en cuestión de meses para poner al día determinados acondicionamientos -agua, electricidad pública o residencial, telefonía- sin que responsables, públicos o privados se preocupen por las reiteradas molestias, ni por el gasto multiplicado, ni por su repercusión en la sufriente ciudadanía. En los casos de servicios municipales el ciudadano paga esos servicios y esas obras vía impuestos. En los de empresas privadas ya van incluidos en los recibos correspondientes, lo que significa que, si las obras no se repitieran con tanta frecuencia, esos recibos podrían disminuir sus importes, sea igual poco o sea mucho. Lo importante, en todos los casos, es que el montante bajaría con el consiguiente ahorro para la economía general.
Haría falta, eso sí, eso tan poco común llamado "sentido común". No parece tan difícil ponerse de acuerdo tanto administración como empresas privadas, para adelantar o retrasar levemente la fecha de comienzo de las obras, o simplemente el acercamiento entre todas las previsibles y de esta manera la zanja se abra una sola vez y las obras sean sucesivas con considerable ahorro beneficiario para todos, como ya se ha dicho, en tiempo, molestias reiterativas, dinero -que las empresas no repercutirán en sus clientes pero sí repercute en sus resultados-. Y albero.
Que esta es otra. Los materiales de construcción se consumen tantas veces como las obras se repiten. La mano de obra se multiplica por sí misma cada vez que se abre una zanja, a veces incluso con cambio estético. En este caso la pólvora no es del rey, pero como si lo fuera. Y para remate, el relleno sólo “se puede” hacer con albero, que tan escaso está ya. Así que el relleno se arroja en un vertedero, raramente elemento estético ni higiénico, sea muy antiguo o reciente, lo que quiere decir que también se tira albero para volver a rellenar con albero. Ni remotamente podría argüirse que sea más cómodo, porque no lo puede ser: el que ha sido sacado días antes sólo hay que empujarlo y aplastarlo, el nuevo, además, hay que transportarlo. Y pagarlo. El escombro mezclado con tierra se puede compactar igual que el albero, pero sin compra ni doble transporte (el de llevar a la escombrera y el de traer el albero) y, por lo tanto, en menor tiempo. Puede que los ahorros genéricos como los aquí referidos no se noten demasiado en el bolsillo de cada persona, pero se notan siempre.
El mantenimiento de infraestructuras es costoso y repercute siempre. Como no sea para favorecer a las constructoras y proveedores de material, no se explica la reiteración de obras que podrían hacerse de forma conjunta, con el interés añadido de no contribuir con tanta fruición al allanamiento de los Alcores, que pronto sólo se podrá sacar albero de debajo de las casas. Pero no es aconsejable. Más que nada por seguridad.