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Recordando a Felipe Castillo, el héroe castillero de "los últimos de Filipinas"

La biblioteca pública de Castillo acoge la presentación de una obra de Enrique Castillo Alba dedicada a recordar la historia de los "héroes de Baler"

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  • Un momento de la presentación de la obra. -

La Biblioteca Pública Municipal de Castillo de Locubín ha acogido en la tarde de este viernes, 22 de octubre, la presentación del libro “33 héroes en dos lugares de un eje”, de Enrique Castillo Alba, descendiente de Felipe Castillo Castillo, quien formó parte de los históricamente conocidos como “Héroes de Baler”, y que pasarían al imaginario popular como “Los últimos de Filipinas”, un puñado de soldados españoles que soportaron uno de los sitios más crueles y largos de la Historia, después incluso de que se firmara el Tratado de París, que puso fin a la guerra hispano-norteamericana, la cual supondría, a su vez, el fin del imperio colonial español en 1898.

El alcalde de Castillo, Cristóbal Rodríguez, presente en el acto, ha querido recordar que “Enrique es biznieto de un castillero que formó parte de esos 33 héroes que pasarían posteriormente a la Historia como los Últimos de Filipinas. Este libro es un homenaje más, en el que se habla de su participación en este célebre episodio. Para recordarlo, en nuestro municipio una calle lleva su nombre, y recuerdo cuando fui concejal de Cultura la reunión mantenida en Madrid con representantes de las localidades de las que eran naturales aquellos soldados, con el propósito de hermanarnos”.

Por su parte, la concejal de Cultura, Rosa Molina, ha hecho una semblanza del autor de la obra, Enrique Castillo, “quien nació en 1953 en el Cortijo Boca del Álamo, en Sierra Grande, el lugar donde también había nacido su bisabuelo en 1877. Con el tiempo, desarrollaría estudios de Ingeniería Técnica Industrial en Jaén, obteniendo el título en la especialidad de Mecánica y Estructuras. Durante más de veinte años ha ejercido esta profesión, desarrollando también durante cierto período la docencia como profesor de Secundaria. En su faceta como escritor, hay que destacar una treinta de artículos, así como un total de ocho libros sobre diferentes temáticas”.

Finalmente, el autor ha tenido ocasión de hablar de su obra, en la que cobra un especial protagonismo la figura de su bisabuelo, Felipe Castillo. “La obra que hoy presento es un ensayo novelado sobre la historia de los héroes de Baler. En 2005, el Ayuntamiento de Castillo otorgó la Cereza de Oro a Felipe Castillo Castillo a título póstumo, que tuve el honor de recibir. Por tanto, la vinculación que ha tenido Castillo con este castillero ha sido muy destacada, y de hecho existe el propósito de avanzar en un hermanamiento con la ciudad de Baler, en Filipinas. Es necesario sacar su historia del olvido, ya que ha estado muchos años en silencio”.

El autor, tras glosar la historia del levantamiento independentista en Filipinas, ha destacado el hecho de que, en aquel último contingente que resistió heroicamente en una iglesia de Baler durante 337 días, Felipe era el único jiennense. Durante el sitio murieron un total de 19 soldados y padecieron toda clase de calamidades, sobreviviendo a base de alimentarse sobre todo de hierba, gusanos o lagartos. Tras la firma del Tratado de París, que ponía fin a la guerra en 1898, el destacamento continuaría en la iglesia durante siete meses más, ante el ataque incesante de filipinos y norteamericanos. Finalmente, cuando se les terminó la comida y el agua, y tras conocer por unos periódicos depositados junto a la iglesia que España ya no tenía la soberanía sobre Filipinas, se rindieron el 2 de junio de 1899. La joven república filipina aceptaría su capitulación con condiciones de honor, que son verdaderamente inéditas en la historia militar, y se les permitió su regreso a casa. En septiembre de ese mismo año llegan a Barcelona los supervivientes, entre los que estaba Felipe Castillo Castillo. Regresaría a Castillo de Locubín y sería, de hecho, el más longevo de todos. El “último de los últimos de Filipinas”, como se le ha llegado a denominar. Moriría en Martos, en 1964, a los 87 años de edad.

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