Ojos de plato. Rascacielos y patinetes

Andamos entre el cielo y el suelo como cantaba Mecano. El patio de la casa consistorial es muy particular y cuando llueven las críticas se moja como los demás. En esta ocasión una tromba de firmas de vecinos y también personalidades del mundo del arte, el pensamiento, la cultura nacional y de importación. El manifiesto “NO A LA RUPTURA DEL PATRIMONIO CULTURAL DEL PAISAJE” ha pasado de ser un asunto local a global y aquí estamos al albur de unos trámites urbanísticos y lo que se decida en un Consejo de Ministros afamado por un ignoto comité de expertos. Una decisión de altura de miras, intereses y desarrollos empresariales que suenan a cuento de la lechera con la sospecha de que el horizonte quebrado quede ahí como un forúnculo de bienvenida a la ciudad. En fin, en asuntos más terrenales o del cuerpo a tierra lo de la nueva Ordenanza de Movilidad de Málaga. Cosas del pilotar a 30 por hora. Sí, esos 45 km de carriles reservados. En medio de toda la plaga, las bicis, las motos y los patinetes a prueba de aerosoles e infecciosas compañías, son las nuevas especies invasivas del transporte individual y eso que nos alientan a quedarnos en la madriguera. Por fin han sacado una normativa municipal que destierra a los patinetes de las aceras y se regula un civismo que, debería ser de puro sentido común y se va a estimular con sanciones que escuecen en la cartera.