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Fueron numerosos los jerezanos que acudieron a la Eucaristía matutina en honor a esta efeméride que sirvió para abrir el besapiés a la feligresía, momento en el que los cofrades aprovechaban para inmortalizar en sus cámaras esta cita histórica.
Y es que, tal y como en su día publicara en este mismo medio el cofrade Antonio de la Rosa, “sería difícil en una sola palabra resumir la vida y trayectoria del Misterio del Descendimiento”, el cual fue encargado al imaginero Luis Ortega Bru en el año 1950, cuando éste trabajaba para los Talleres de Arte Granada en Madrid.
En 1957 finalizó el trabajo, que está compuesto por 8 imágenes: El Cristo del Sagrado Descendimiento, Nicodemo Arimatea, (éstas tres, de talla completa), una Dolorosa con la advocación de Nuestra Señora de las Tristezas, San Juan Evangelista, y las tres Marías. Por aquellas fechas era su prioste Manuel Bohórquez Vegazo.
Las andas fueron encargadas a los talleres sevillanos de Manuel Guzmán Bejarano y Luis Jiménez Espinosa, estando acabadas en 1958. Destacaba la altura de su canastilla, con bastantes entrantes y salientes. La iluminación se componía de cuatro grandes faroles con candelabros en el centro. Para la Semana Santa de 1965 fueron sustituidos por candelabros guardabrisas.
Para poder salir a la calle, hubo que realizar una nueva puerta en el muro lateral de la iglesia de la Victoria, que curiosamente estrenó en la Semana Santa de 1959 el Cristo de la Buena Muerte, coincidiendo con su primera salida en la Madrugada del Viernes Santo.
En numerosas ocasiones el paso no pudo procesionar por diversas circunstancias: obras en el templo, o en 1980 como consecuencia de las inundaciones de septiembre de 1979 que dañaron el dorado del paso y los vestidos de las imágenes que sufrieron graves daños. Así no llegó a salir en los años 1971, 1974, 1975, 1976, 1977, 1979 y 1980.
En 1981 se creó la cuadrilla de hermanos costaleros y comenzó a salir con regularidad.