No resulta fácil todos los martes trasladaros nuestras distendidas tertulias del Pósito, sin caer en la reiteración, es todo un reto. Podría estar tentado de escribir para agradar, como en una búsqueda de “Me gustas”, pero desde el principio lo dejé claro, escribiría sobre lo que pienso, guste o no. Así que no haré como Rivera, el líder de Ciudadanos, que actúa según les vaya mejor, según las encuestas, sin principio alguno que gobierne su programa, tal que una veleta orientada por el viento. “Ahora paquí, ahora pallá”.
Y es que el caso de Rivera y su partido Ciudadanos es todo un fenómeno digno de estudiar, el hacer lo que haya que hacer con tal de conseguir gobernar. Desde el inicio de su fulgurante carrera, con aquella mítica foto desnudo, han sido muchas las chaquetas que se ha ido poniendo. Dejó el carnet del PP, sin olvidar algún pecadillo de juventud con Falange, la baja de UGT no vino hasta abril del 2017.
Acordaros, en la temporada 2015-2016 lució chaqueta rosada socialdemócrata, por eso de arañar en el electorado del partido socialista, incluso pactó unos principios de gobierno con Pedro Sánchez y apoyó el gobierno andaluz. Un poco más tarde se nos hizo liberal para flirtear con el electorado del PP desilusionado con la corrupción. En muy poco tiempo pasó de prometer regeneración democrática y la expulsión de Rajoy, a apoyarlo poniéndose de su lado, sin importarle la condena por corrupción, para entonces ya lucía una ajustada chaqueta azul, que ya tenía en el armario de temporadas anteriores.
Conseguido parte del electorado desilusionado de centro izquierda y de la derecha que no soportaba la corrupción, le sale un competidor montado a caballo con cazadora verde ribeteada de rojiagualda, reniega de él en Europa y en la campaña electoral andaluza, pero un poco después no le hace ascos a sus votos, y se suben juntos al escenario de Colón. Para entonces ya se ha completado el viaje de la socialdemocracia a la extrema derecha en escasos tres años, del principio de apoyo a un Gobierno de Sanchéz al no pactaré "ni con el PSOE ni con Pedro Sánchez".
No le basta con cambiar de chaqueta, ni compartir la grupa del caballo de pura raza española, necesita echar mano de la mentira, de las fake news, eso que tanto rédito le está dando a la derecha en EEUU, Brasil, Italia o en el Brexit. Es un insulto a la inteligencia llamar anticonstitucional y acusar a Pedro Sánchez y al PSOE de vender y traicionar a España. Es un discurso banal y de enfrentamiento, donde trata al electorado como seres inferiores, sin criterio.
A todo esto ni un principio programático, ni un posicionamiento sobre vivienda, salud, educación, emigración, igualdad, medioambiente, ciudad… Les basta con esconderse tras la bandera con sus nuevos aliados, la trilateral de la crispación y la mentira.