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De los virus y otras cuestiones

Qué es, como aceptar y cómo superar una gastroenteritis

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Mucho se habla en estos días de esos trastornos gastrointestinales causados por uno u otro virus, casi siempre desconocido, que durante ciertos cambios estacionales hace su aparición y nos deja moribundos a merced de sus síntomas, tales como vómitos, náuseas, diarrea, fiebre (en algunos casos) dolores musculares, y otros síntomas menos importantes, pero no por ello, menos lastimosos. La gastroenteritis puede producirse por un virus, una bacteria o parásitos. Puede deberse a diferentes motivos, y la traducción del término en cuestión sería una inflamación de la mucosa interna del intestino. Esta infección del tracto digestivo tiene su origen en la rapidez con la que algunos microorganismos se reproducen en el estómago o en el intestino. La causa principal es vírica, que se propaga a través de alimentos contaminados, de persona a persona, incluso algunos medicamentos pueden producir gastroenteritis. El grupo bacteriano principal de este trastorno puede ser la salmonella, shigella, campylobacter o escherichia. Saber reconocer el trastorno es fundamental para poder tratarlo, a fin de descartar fuentes de origen distinto. Los síntomas clásicos son vómitos, dolor de estómago o de vientre, diarreas, espasmos abdominales, falta de apetito y náuseas, fiebre, debilidad. Por suerte, todos estos síntomas suelen desaparecer en el plazo de unos tres días aproximadamente. Debemos tener en cuenta el ritmo de deposiciones, que por regla general suelen ser muy líquidas. No es de extrañar, que si la perturbación continúa, puedan observarse deposiciones con sangre o mucosidad.

Trastornos gastrointestinales

Hay que tener en cuenta que no es lo mismo tratar una gastroenteritis en un niño, que en un adulto, que en un anciano. Es muy importante tener esto en cuenta. Debido a los síntomas antes descritos, el cuerpo elimina mucho sodio y potasio, y eso si no se corrige, podría afectar al sistema renal, por ejemplo. Pueden producirse deshidrataciones importantes, sobre todo en ancianos y niños, y es de vital importancia atender esta necesidad, suministrando suero, ya preparado o elaborado de forma casera.
Con muy buenos resultados podemos consumir agua con limón. No sólo va a aportar sales minerales, sino que además ayudará en la infección y servirá de astringente, esto es, que será de gran ayuda para cortar la diarrea. Sin olvidar, como no, el aporte de agua mineral, no del grifo, al menos durante el tiempo que dure la afección. No sólo las bacterias o virus serán causa de gastroenteritis, también el mal estado de estómago e intestino, pueden dar lugar a desarreglos. Como cuenta la medicina popular, esa medicina de abuelos y abuelas, de madres y de padres, algo que nunca debiéramos olvidar. Recuerdo, y muchos de ustedes seguro que también, cómo de pequeño, y no tan pequeños, nuestras madres o abuelas se encargaban de aplicarnos un enema cada cierto tiempo o en determinados cambios estacionales. A base de agua y manzanilla, agua y tomillo, o agua más agua oxigenada, nos aplicaban aquella lavativa que gozaba, y sigue gozando, de estupendos resultados. Y es que esa medicina de alcoba y alacena se debería seguir practicando, pues aún sin saber muy bien por qué, el hecho es que conocían secretos insondables del cuerpo humano, que todavía hoy nos preguntamos.

Aprendiendo a comer

¿Y cómo debemos alimentarnos durante estos días? Lo primero, como norma básica y universal, es mantenernos entre el primer y el segundo día, según la recuperación personal, a base de dieta líquida, esto es, nuestro único alimento será el suero, el agua, o el agua con limón. Una vez pasada esta fase, mejoraremos esa dieta líquida, incorporando algún que otro caldito de ave sin piel o de verduras, incluyendo, en los casos que lo admitan, un poco de arroz en blanco a la misma sopa. Tras estos dos o tres días, la dieta irá transformándose en una dieta semisólida. Seguiremos con el mismo aporte de líquidos, que sigue siendo fundamental, además de agregar algo de carne de ave hervida, un poco de jamón dulce, un poco de fruta, pan blanco, yogur desnatado natural, verduras cocidas, no en exceso, algún guiso de pescado, etc..
Tras estos días de adaptación, suministraremos a nuestro organismo alimentos un poco más parecidos a los que consumíamos antes de nuestra gastroenteritis. Eso sí, alimentos que formen parte de una dieta equilibrada, sana y natural. Eliminaremos alimentos excitantes, tales como el café, bebidas de cola, tónica o té. Alimentos fritos, demasiado cocinados, refinados en exceso, panes integrales (durante los primeros días), dulces de bollería o alimentos ricos en salsas grasas no formarán parte de nuestra alimentación en unos cuantos días después. Aún recuperados, tendremos en cuenta que estos alimentos no forman parte de una dieta sana y equilibrada, así que los limitaremos para ciertos momentos.

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