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Zerolo y la circuncisión civil

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¡Vaya tela con algunos!, están de camisa de fuerza, como poco. Ahora resulta que no contentos con la soberana tontería de celebrar el solsticio de invierno en vez de las navidades –por aquello de desentrañar el origen religioso de dicha celebración–, ahora les ha dado por celebrar bautismos civiles, ceremonias donde “se recibe oficialmente a los pequeños en la comunidad democrática”, chúpate esa dómine. A la vanguardia, como en tantas cosas porque para eso son los más europeos, Igualada y Sant Boi de Llobregat, y en el resto del terruño patrio, Rivas Vaciamadrid en Madrid, el Borge en Málaga y desde el pasado jueves la Villa y Corte con Zerolo, bautizando civilmente al hijo de la actriz Cayetana Guillén.


Sí... ya sé que muchos dirán que por qué no, que el bautismo civil es algo antiguo que ya se celebró en tiempos de la mismísima Revolución Francesa o en alguna ocasión durante la mismísima II República Española; efectivamente, desde tiempo inmemorial en la historia de la humanidad encontramos estos llamados Ritos de tránsito o de paso, no sólo para destacar el nacimiento, sino también la pubertad, la enfermedad o por supuesto el fallecimiento de alguien.

Lo que ya sorprende es el modo en que todas estas cosas se hacen, simplemente para dar la réplica a lo que las iglesias, sean de cualquier confesión, llevan a cabo desde tiempo inmemorial. Pareciera como si el mismísimo Estado –que en teoría debería ser insensible y ajeno a cualquier rito o liturgia– quisiera fagocitar los que desde tiempo inmemorial llevan a cabo las iglesias, principalmente la católica, apropiándose de sus ritos de tránsito para transformarlos en ritos de su sistema ideológico que trata de implantar.

Está claro que estos ritos de paso tienen una naturaleza religiosa, consustancial a la esencia misma del hombre y el fenómeno religioso, por lo que si lo trasladamos mutatis mutandi al ámbito civil, estaremos ante un rito descafeinado o desnatado, sin sentido; y lo que es peor tratando de remedar la rica y barroca liturgia católica –como en aquella boda civil en la también se leyeron tres lecturas (una de ellas de San Pablo) y la concejala de turno se despachó con una pseudohomilía, con su adorno floral y todo– sólo estarán cayendo en el más absoluto de los absurdos.

Pero además me pregunto: si en el bautismo católico queda bien claro que lo que se celebra en la entrada oficial en la iglesia, ¿qué celebran los bautismos civiles? ¿La entrega al Estado de un ciudadano que será obediente al sistema? ¿El nacimiento del niño o la paternidad de sus progenitores? Aunque dicho así no me cuadra, porque los bautizados civilmente ya han dejado de ser bebés y aunque con poca edad, algo entenderán. De todos modos yo les aseguro que yo hice la primera comunión, como tantos otros, con nueve años y no entendía nada de lo que estaba pasando. Pero en fin, a lo mejor lo del bautismo civil es más sencillo y los niños de tres y cuatro años entienden lo que es la Declaración de los Derechos del Niño y todo eso…

De todos modos, y para ampliar las posibilidades ceremoniales a Zerolo en esto de los ritos y liturgias civiles, me permito sugerirle desde aquí que estudie la posibilidad de poner en marcha también –en este caso para dar la réplica a la confesión judía– unas circuncisiones civiles, sin límite de edad claro, que bien pudiera oficiar él con la ayuda de sus monaguillos y todo. Ya lo veo… más de uno en la cola del Ayuntamiento de Madrid esperando para que lo circuncide civilmente Zerolo.

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