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El dedo en el ojo

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Pablo Iglesias explica, en público, una obviedad: El periodista, asido a la pertenencia grupal, salarial, emocional, aporta contenidos, titulares, portadas, que la dirección del proyecto situará en el lugar que, editorialmente, considere más conveniente: Los tropiezos del indeseable, en primera plana; los deslices del patrocinado, en letra pequeña y esquinada. Nada nuevo bajo el sol miserable de la sociopolítica. El líder de Podemos procuraba, así, con la insolencia perversa de un niño malo, meter el índice en el ojo del periodista de El Mundo que cubre su agenda, al estilo infantil y estúpido que Mourinho usó para provocar al bueno de Vilanova tras un Barça-Madrid, en 2011, cuando Podemos todavía no era más que la ensoñación de un engendro del 15-M, en El Mundo resistía un decadente Pedro J., y ZP, un producto caducado que empezaba a oler mal en la nevera de Moncloa, se dejaba maniatar por una prima de riesgo disparada, facciosa, golpista, que, manu militari, por mandato imperativo del Banco Central Europeo, reformaba en un pispás el artículo 135 de la Constitución vigente para poner un corsé permanente al gasto público en España, demoliendo, de paso, de un plumazo, el Estado del Bienestar. La libertad de expresión del periodista no ha mermado por ello, pero el número de periodistas trabajando, sí, lo que reduce la perspectiva.Los plumillas supervivientes, atrapados en el vaivén de la azarosa economía de la crisis, firman crónicas intachables,espontáneas y fidedignas, aunque preferiblemente a favor de corriente, en línea editorial. El enfoque, el destacado, el subrayado, el despiece…Y cuarto y mitad de chóped.


Iglesias, que tampoco duda de la irreversibilidad del 26 de junio, recupera su registro mitinero más populista. Toda la casta politicastra de Madrid se apresta a reagruparse en fotos de familia, ocupando hábilmente los huecos dejados por los últimos en caer, predispuesta, sin excepción ni salvedad alguna, a repetir en los carteles. Veo en las redes sociales las grabaciones que rebota Fernández de Moya de sus propias intervenciones en una comisión y un pleno del Congreso, donde se resalta su hiperactividad. ¿Quién se atrevería a discutirle el honor? A Ángeles Isac, en cambio, la ocupante del segundo escaño popular por Jaén en la Carrera de San Jerónimo, al mismo tiempo concejal-portavoz en el Ayuntamiento de Linares y diputada provincial, le crecen los enanos: hasta el cuñado, Antonio Delgado, otrora su mano derecha en el PP linarense, le sale por peteneras, evidenciando una crisis local interna que razonablemente podría sacarla de la segunda posición en la candidatura pepera. Podemos e IU sopesan la posibilidad de una suma útil que amortigüe el preocupante desgaste de la marca principal y traduzca en mayor rentabilidad representativa el casi millón de votos que obtuvo en diciembre la formación de Alberto Garzón. La alianza de Podemos, IU y otras fuerzas de la izquierda, titula Público, se quedaría a medio millón de votos del PP, y dejaría al PSOE como tercero en discordia. En Jaén, donde ya no encabezaría el preso Andrés Bódalo, el diputado se tocaría con la punta del dedo que la izquierda de la izquierda quiso, desde siempre, infructuosamente, meter en el ojo del hegemónico PSOE.


Susana Díaz mete presión a Pedro Sánchez. Considera un fracaso tener que volver a las urnas, asumiendo como inexcusable el crecimiento del voto socialista. Es decir, para qué se va a andar con rodeos, envite total a su secretario general. Un grupo parlamentario del PSOE compuesto por setenta y tantos u ochenta y pocos diputados pondría fin a la carrera del aspirante Sánchez Pérez-Castejón. El déjà vu no es tal, sino una parodia surrealista, mal dada, desquiciada. Mientras en Jaén se aventura un mayo, florido y hermoso, de bonanzas presentidas en el campo, la evaluación real de la próxima cosecha, el termómetro de nuestro optimismo, el ejecutivo de ejecutivos jienenses, José Manuel Muriel, recordado por experiencias de gestión tan distantes como Santana Motor y Prensa Española, garante actual de Condepols o Nautalia, presentaba el miércoles, aquí, en la capital, otra de sus novelas autobiográficas, rodeado de viejos e influyentes amigos de la tierra. Los mismos que lo vincularon a Jaén en el plano profesional -nunca anduvo lejos, ni ahora tan cerca-, y que, de vez en cuando, le plantean algún reto nuevo. Otro servicio a la causa. Como el del periodista de El Mundo que sigue a Pablo Iglesias, haciendo gala diaria, en cada pregunta, en cada transcripción, en cada relato, de su auténtica libertad de conciencia.

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