Al margen de esta singular manifestación de desagrado, el nuevo recorrido posibilitó a la Hermandad de la Misericordia mostrar la elegancia de Nuestra Señora de la Piedad en su paso siguiendo al Crucificado. Las saetas resonaron en su honor en su paso por las inmediaciones de la plaza de la Cárcel, un nuevo punto destacado en su salida que nadie quiso perderse, y donde costaleros y capataces tuvieron que esforzarse para sortear la estrechez de estas calles del centro portuense. Los fieles y público que aborrataban sus inmediaciones aplaudió el esfuerzo de la cuadrilla del paso del Cristo, a la que las palabras de Manuel Ganaza daban aliento. Minutos después pasaría lo propio con el paso de la Piedad, que sorteó balcones bajo el aplauso de los presentes. Impresionante fue la saeta que en su honor cantó Aroa Cala.
Pero eso ocurría casi a las diez de la noche, dos horas, aproximadamente, después de que la Misericordia abandonase su templo bajo la mirada atenta de miles de portuenses reunidos en la plaza de España.
El alcalde Enrique Moresco fue el encargado de la primera levantá de ambos titulares. Al recuerdo del hijo de Antonio Gómez, hermano de Los Cerillitos, dedicó Juan Luis Gutiérrez la levantá de Nuestra Señora de la Piedad, que se fue abriendo paso entre los fieles con delicadeza, mostrando su elegancia al compás de los sones de la banda roteña.
Fue una noche de gran belleza la que dejaron los hermanos costaleros de la Misericordia en cada rincón de El Puerto, dejando impregnado su arte en cargar. Y el Martes Santo se hizo más que nunca Misericordia.