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El Jueves

Las manos del viejo orfebre

En el maletero de tu coche cargamos juntos muchas veces los mazos de boletines. También en aquel Citroen Visa blanco me llevaste en más de una ocasión hasta mi casa. Yo aun no era parte de los tuyos, pero el mundo cofrade nos unía...

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En el maletero de tu coche cargamos juntos muchas veces los mazos de boletines. También en aquel Citroen Visa blanco me llevaste en más de una ocasión hasta mi casa. Yo aun no era parte de los tuyos, pero el mundo cofrade nos unía. Quién nos iba a decir entonces… Lo cierto es que hay cosas que no han cambiado nada, sobre todo el saber escucharte -que no oírte- en determinados asuntos, sobre todo los relacionados con tu verdadera profesión: la orfebrería.

En más de una ocasión, viendo juntos un palio, me has musitado al oído, sin que nadie te oyera, frases como “esa corona es mía”, “yo cincelé esas jarras” o “esos varales dieron muchos problemas en el taller”. Cuántas y cuántas piezas se pasean por la calle en estos días y han salido de los golpes de tu cincel o de la maestría de tu lápiz, porque también dibujas. Y sin que nadie más tocara nada, aunque quien firmara fuera el taller.

Siempre me llamaron la atención tus dedos gruesos, impropios de alguien que es capaz de cincelar un trozo de plata hasta convertirlo en una concha de bautismo. ¿Cuántos niños han recibido su primer agua con una de ellas hecha por ti? No lo sabes, seguro, porque la lista es larga. Aunque aún te queda una por hacer. ¿O la tienes ya?

Este es un año de felicidad para ti y para los que estamos a tu lado, porque verte cumplir 75 años en tu Hermandad de la O es algo que te honra y nos honra a todos. Una fidelidad entendida a tu manera, que por algo es tu única hermandad. Que nunca dejaste solo al Nazareno ni cuando los tiempos fueron difíciles. Que vinieron a buscarte cuando el carey y la plata pesaban más de lo debido y ahí estuviste, cuando más complicado era todo.

Callado, de segundo plano siempre, incómodo cuando ha tenido que ser protagonista (¿recuerdas cuando te dieron el Jarrillo?), amigo de pocos pero con una fidelidad absoluta, conocido de tantos que me atrevo a afirmar que te admirarían más si más te conocieran. Trianero de raíz y sentimiento, ejemplar marido, buen padre y mejor abuelo. Honesto y cabal, caballero o señor según la circunstancia, serio y equilibrado sevillano. Y cofrade, de los que quedan pocos. De los que aún recuerdan cómo un tranvía arrolló al palio de la O. Porque ya era monaguillo. ¿Hacen falta más pruebas?

Aunque no lo parezca, tenemos que seguir escuchándote -que no oírte- porque de esto sabes más que nadie. Que 75 años en una misma y única hermandad dan para atesorar mucho conocimiento. Para más de lo que tú imaginas.

Para cincelar con la mejor plata todo un aniversario de brillantes.

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