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África olvidada

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Ha tenido más repercusión en la mayoría de los medios de comunicación españoles las palabras de Benedicto XVI sobre los preservativos que su viaje a África. Para los europeos, África es casi siempre una excusa, un continente explotado, utilizado, marginal, un mundo molesto. No interesa que África salga de la miseria hacia la supervivencia. La mayor parte de la humanidad no tiene para comer y el resto no tiene interés en que la comida y las oportunidades se repartan de manera equitativa.

El Papa ha llevado a África un mensaje de esperanza, mientras los gobernantes del mundo miran para otro lado. El Papa ha hablado de exigencia cuando los demás sólo quieren sumisión y olvido. El Papa les ha hablado de amor y de una sexualidad responsable y el Ministerio de Sanidad español responde enviando un millón de preservativos. El Papa ha invitado a acabar con la brujería y el espiritismo y a buscar la verdad. Pero eso no interesa a los poderosos.

La crisis mundial nos afecta a todos, pero está frenando de manera terrible las posibilidades de desarrollo de los países más pobres, los que nunca podrán salir de la miseria. Europa y EEUU se recuperarán. Algunos países de África estarán mucho más lejos de sobrevivir.

Por eso, pedir una sexualidad responsable en África, potenciar el matrimonio y la familia es mucho más progresista que enviar preservativos, por más que no comparta en su totalidad las palabras de Benedicto XVI. Donde los gobiernos africanos han fomentado políticas contra la promiscuidad y han apoyado a la familia, el SIDA ha descendido. Donde no se ha hecho nada, crece sin cesar. En esa África olvidada, donde el Papa ha invitado a los jóvenes a tener “el valor de tomar decisiones definitivas” y ha defendido el papel y del valor de la mujer, quienes están dejándose la vida son los misioneros de la Iglesia católica. Quienes están levantado hospitales, ambulatorios, hogares para ancianos y niños, apoyan a los perseguidos y a los refugiados son los misioneros y las ONGs dependientes de la Iglesia. Benedicto XVI ha apostado por un continente maduro. Europa prefiere un África sometida y mísera que pague también nuestros desastres.

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