El frenazo
La rueda se paró. Los concesionarios de automóviles tienen 28.500 millones de euros en pólizas de crédito y un stock de más de 400.000 vehículos nuevos cogiendo polvo tras los cristales, sin vender...
En cada momento de cambio tecnológico siempre se plantean opciones sobre el camino a seguir, es como cuando elegimos una televisión de Plasma, y luego se impone la de LCD, o como cuando optamos por el sistema Beta y luego se impone el VHS o el DVD, frente al Blu-Ray, si elegimos mal nos lo comemos con patatas. Por un momento, la rueda deja de girar, y nadie quiere arriesgarse por temor a que la opción elegida no sea la dominante o simplemente como ahora, por temor a que no haya opciones. Así que hemos pisado el freno a fondo en la encrucijada y no hay GPS que nos diga por donde seguir.
En 1998 ‘los Pilares de la Tierra’ de Ken Follet fue el libro más vendido sobre los cimientos que aguantarán durante siglos a las grandes catedrales. Pero, ¿qué son las reformas estructurales…? Sencillamente los cambios profundos en la sociedad, el mercado y el sistema en general, que permiten actuaciones a largo plazo, y que sientan las bases para un desarrollo duradero. El apoyo financiero de los Fondos Estructurales eran unos mecanismos que pretendían de los países de la Unión Europea realizar inversiones en proyectos de transformación de las estructuras económicas y sociales sobre las que afianzar el futuro y retando el cortoplacismo imperante en las políticas del continente que son sorprendentemente cortas de miras, no pasan de los cuatro o cinco años. Quince años después no hemos debido hacerlo bien, porque la rueda se paró. Y los pilares entonces, ¿Qué son? La reforma de la educación en el sentido de crear conocimiento, frente al adoctrinamiento inútil. La reforma de nuestra Administración de la época napoleónica que no debe darnos miedo transformar. La industria que no puede seguir tozudamente rechazando opciones válidas porque no sean las suyas propias y que debe plantearse soluciones distintas a máximo beneficio, máxima destrucción. El mercado laboral, ¿Se sabe cual es el coste de un trabajo mal hecho por falta de formación, creatividad, iniciativas o motivación? La economía afianzada en términos de realidad. El ecocentrismo, frente al egocentrismo inviable. El país o el concierto de países que sepa marcarse objetivos razonables con una visión de futuro, mas allá del día a día y establezca unas líneas de continuidad en temas básicos por encima de los cambios de gobierno, tendrá más opciones que aquellos que continúen dejándose llevar por la pendiente.
Pero miremos alrededor, ¿creen ustedes que Pachi López e Ibarretxe, por ejemplo, están hablando de esto? El coste de la no sensatez es elevado: un mercado laboral bastante más ágil, mejor preparado, una base tecnológica más fuerte y los cimientos de un desarrollo cuidadoso con el entorno es lo que se ha perdido. Un proyecto al fin y al cabo y para recuperarlo sólo hace falta una voz, como a Lázaro, que le diga “levantate y anda”, o la nave va.
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