La imagen del Dulce Nombre se prestó una ocasión más a escenificar a Jesús Resucitado, triunfante a la muerte vencida para quedarse para siempre entre las personas.
El acto conmemorativo comenzó una hora antes de la procesión en la iglesia de San Francisco, donde el templo parroquial se llenó de la feligresía habitual y, dada la trascendencia de la liturgia, de otros feligreses, hermanos de cofradías de otras parroquias y público en general.
Con una jornada consagrada a rememorar la resurrección de Cristo, el desfile gozó de su tradicional ambiente jubiloso por lo que representa, pero también por la ternura que irradia en sí la sagrada imagen del Niño de San Francisco.
La mejor bienvenida fue la música de la jerezana agrupación de La Sentencia, que aguardó en plena calle a que el paso saliera, para continuar tras él su marcha, para no parar de tocar al Resucitado.
Como viene siendo habitual en una necesaria muestra de apoyo, las hermandades arcenses se hicieron representar, en algunos casos con sus hermanos mayores, portando símbolos de sus corporaciones, aunque este año destacó el estandarte de la cofradía de El Perdón a propósito del 300 aniversario de la bendición de la talla del Cristo. Igualmente, la Corporación municipal contó con la representación de sus primeros tenientes de Alcalde en ausencia del alcalde.
El paso de Jesús Resucitado lució brillante sus respiraderos de plata después del proceso de limpieza que ya mostró en la recién clausurada Semana Santa, así como un friso de claveles blancos. La imagen del Niño portó su simbólica cruz con lazo rojo y su brazo erguido en señal de triunfo sobre la muerte.
La gran novedad de este año, junto a la ya retomada antigua peana del Dulce Nombre tras su restauración –lucida el Viernes Santo- fue el recorrido, que en vez de tomar por Calle Sol lo hizo por Gomeles. Justo a la entrada de esta calle, la bien entrenada cuadrilla de costaleros realizó unas largas chicotadas, a lo que siguió una sorprendente lluvia de pétalos desde las azoteas del estrecho callejón.
A partir de ahí, Jesús Resucitado tomó por Gomeles y calle Alta, para regresar al templo por el barrio franciscano. En ocasiones, la procesión se antojó acelerada, tal vez por el tiempo que se marcó la hermandad o por el posible regreso de la lluvia. Pero, en cualquier caso, el Dulce Nombre cumplió su cometido esperanzador en el vencimiento a la muerte.