Aunque estas palabras nos recuerdan a la célebre obra de teatro, no es mi intención hablarles de ella ni de su autor, el erudito dramaturgo y poeta Calderón de la Barca. El propósito es tomar prestado este título para profundizar en una enfermedad en la que el sueño, o más bien su exceso, puede condicionar negativamente la vida de muchas personas: la narcolepsia. Cuando alguien la padece, le es casi imposible mantenerse despierto durante el día y tiene la irresistible y repentina necesidad de dormir.
Para entender mejor esta enfermedad, explicaremos sus principales síntomas:
1. Somnolencia diurna excesiva. Está presente en todos los pacientes y puede definirse como un auténtico “ataque de sueño”.
2. Debilidad muscular repentina o “cataplejía”. En ocasiones es leve y puede afectar solo a la cara, al cuello o a un lado del cuerpo, pero en otras ocasiones provoca que el paciente se desplome y caiga al suelo. Está relacionada con la “Narcolepsia tipo 1”, la menos frecuente (20% del total de los casos), y se desencadena por emociones “positivas”, como la risa o la sorpresa. Las emociones “negativas”, como el miedo o la ira, también pueden provocarla, aunque con menor frecuencia. En la “Narcolepsia tipo 2”, la más frecuente de las dos, no existe esta debilidad muscular, lo que suele ser un signo diferenciador.
3. Alucinaciones. Se producen como parte del sueño nocturno, justo al dormirse (llamadas hipnagógicas) o al despertarse por la mañana (hipnopómpicas). La mayoría de las veces son experiencias que los pacientes viven con verdadero terror.
4. Parálisis del sueño. Los pacientes se despiertan… pero no pueden moverse. En todas las personas, al dormir, lo habitual es que el cerebro desactive los movimientos del cuerpo para evitar que “escenifiquemos e interpretemos físicamente” los sueños. Al despertarnos, lo normal es que se recupere ese control muscular de forma inmediata. En quienes sufren esta parálisis, existe un retraso de uno o dos minutos en este proceso, aunque para ellos la sensación es que ese tiempo es mucho más prolongado. Esta sería la explicación científica y racional de los llamados “viajes astrales”, que se describen en libros de esoterismo y en programas televisivos o radiofónicos de misterio y temas paranormales.
¿Y por qué se produce la narcolepsia?
La causa es un déficit de una proteína neurotransmisora llamada orexina, que se encuentra en el hipotálamo de nuestro cerebro y que es necesaria para que podamos permanecer despiertos. Hay varias teorías que intentan explicar esta carencia, pero las más estudiadas y fiables son aquellas que se fundamentan en un origen autoinmune, infeccioso (virus o bacterias) o genético (por una mutación).
El estudio de esta enfermedad requiere pruebas específicas, y aunque es una enfermedad crónica, los hábitos y las terapias farmacológicas pueden mejorar la calidad de vida. Practicar una buena “higiene del sueño” nocturno y realizar microsiestas programadas durante el día son la base de las medidas no farmacológicas.
Respecto a los medicamentos con eficacia, destacan los derivados anfetamínicos, los antidepresivos y los bloqueadores de la histamina.
En estos tiempos en los que dormir es el sueño de muchos, puede ser, paradójicamente, la pesadilla de otros.