Decir "Malagueño" en Barbate es decir helado. Es evocar el sabor de una infancia feliz, de veranos interminables y de momentos compartidos con familia y amigos. Es sinónimo de calidad, de esfuerzo y de tradición. Hoy, con el corazón lleno de gratitud y nostalgia, nos despedimos de lo que ha sido nuestra vida, nuestra pasión y nuestro sueño hecho realidad: Heladerías El Malagueño.
Cuando nuestro padre, José Cabello Tirado, llegó a Barbate con apenas 17 años, no podía imaginar todo lo que este pueblo le daría. Junto a nuestra madre, Antonia Parejo Albarrán, construyó con sacrificio, amor y dedicación una historia de sabor y alegría que ha perdurado por generaciones. Desde aquel carrito de helados hasta nuestros locales en Barbate y Zahara, cada cucurucho, cada tarina y cada polo de chocolate ha sido elaborado con la misma pasión con la que ellos comenzaron este viaje.
Hemos vivido décadas maravillosas, repletas de sonrisas, de niños corriendo a nuestra puerta, de familias enteras que han hecho de nuestros helados una parte de sus recuerdos. Nos sentimos profundamente honrados por haber sido testigos de vuestra felicidad, por haber endulzado vuestros días y por haber sido parte de vuestras vidas.
Queremos dar las gracias a todos los que nos han acompañado en este camino. A nuestros clientes, a nuestros amigos, a nuestros vecinos de Barbate y todos los que nos han mostrado su apoyo y cariño. A quienes han confiado en nosotros y han hecho de El Malagueño un lugar especial que recordar.
A nuestros padres, que nos enseñaron que el esfuerzo, la calidad y el amor por lo que haces son la base del éxito. A nuestros trabajadores, que han sido parte de esta gran familia y han contribuido a que cada helado tuviera un pedacito de nuestro corazón.
El Malagueño, tal y como lo conocéis, llega a su fin. Pero su esencia, su historia y su huella en Barbate perdurarán para siempre.
Gracias, gracias y mil veces gracias.
Con todo nuestro cariño,
Juan, Miguel, Ani, Pepi y Jesús
