Nos pasamos la vida deseando que lleguen los viernes sin tener en cuenta que la semana tiene siete días. Los meses, esperando que lleguen las vacaciones anuales. Los años, esperando que lleguen las oportunidades, y las décadas, esperando que nos llegue la jubilación, sin ser conscientes de que la vida es justo eso: todo lo que pasa entremedias y que no te permite disfrutar mientras esperas lo que siempre te han dicho que esperes.
Mi día favorito de la semana es el jueves. No sé exactamente por qué, pero me gustan los jueves (quizás porque antaño lo relacionaba con ir al Piojito con mi madre). Mi mes favorito del año es febrero, por claras evidencias de mi amor por el Carnaval. ¿Y el verano? El verano lo odio porque adoro el frío y le tengo un odio extremo al calor. Aunque eso no quita que, durante el verano, sea igual de feliz que en febrero, pues quien verdaderamente rodea tu vida no es el día de la semana, el mes o el año, sino que quienes realmente conforman tu mundo son tus personas vitamina, sean quienes sean.
Hoy, en un momento en el que todo lo que prolifera a nuestro alrededor es una sociedad fragmentada que no hace más que maltratar a una comunidad, normalizando la precariedad laboral, social, económica y psicológica, el amor, el afecto y la pasión parecen pasar a un segundo plano hasta el día D: el 14 de febrero, día del amor a nivel mundial.
Hoy, precisamente, estamos celebrando San Valentín, que, para quien no conozca su origen, se sitúa en la Roma del siglo III, cuando el emperador Claudio II el Gótico promulgó una ley que prohibía casarse a los jóvenes para que pudiesen alistarse en el ejército. Al no estar de acuerdo con dicha ley, un joven sacerdote llamado Valentín decidió desafiar la prohibición del emperador y empezó a celebrar matrimonios en secreto entre jóvenes enamorados. Condenado a muerte, Valentín envió una nota de despedida a su enamorada en la que firmaba: “De tu Valentín”.
Valentín quería que aprendiésemos a liberar dopamina cada día, pues es el mejor químico para encender nuestro corazón; oxitocina, para que fuésemos capaces de conectarnos con los demás; y serotonina, para que seamos felices hoy y todos los días de nuestra vida.
¡Feliz día, feliz amor, feliz vida!
