Estoy segura de que desde que tienes uso de razón, cada mes de diciembre inicias el proceso de nuevos propósitos de cara al nuevo año. Pero, ¿realmente sabes de dónde viene esta tradición?
La práctica de los propósitos de Año Nuevo se remonta a unos 3.000 o 4.000 años atrás, en civilizaciones como la Antigua Babilonia, Siria y otros lugares de Mesopotamia, donde se realizaban festivales (normalmente cercanos a la primavera) para agradecer a los dioses unas cosechas abundantes.
Cada ciudadano o ciudadana se marcaba unos propósitos que, en caso de no cumplirse, podían suponer la ira de los dioses y, por ende, un castigo divino para el año venidero.
Aunque los babilonios iniciaron la práctica de los propósitos en primavera, fueron los romanos quienes consolidaron como comienzo del nuevo año el día 1 de enero. Mientras que en los siglos XIX y XX los propósitos trascendían para evitar el alcohol, el libertinaje y el sexo, en la actualidad, la realización de una lista de propósitos es totalmente laica, ya que ha ido evolucionando a medida que lo ha hecho la sociedad.
Ahora bien, tras tantísimos años llevando a la práctica este listado de propósitos año tras año, ¿crees que es recomendable realizar una lista antes de finalizar el año o, por el contrario, piensas que cualquier fecha es buena para proponerte objetivos sin presión ni plazos?
Ambas respuestas pueden ser perfectamente correctas y, además, se pueden compenetrar a la perfección. Si verdaderamente quieres adoptar esos cambios en tu vida, puedes lograr aquello que te propongas. Sin embargo, para evitar tirar la toalla antes de que llegue marzo, aquí tienes algunos consejos que te pueden servir de ayuda:
1. La fuerza de voluntad debe ser infranqueable. Debes creer en ti mismo o misma para conseguirlo, ya que si tu voluntad flaquea, también lo hará el objetivo que te hayas marcado.
2. Proyecta objetivos realistas. Olvídate de aquello que pueda llegar a frustrarte porque sabes, en el fondo, que tu voluntad acabará flaqueando. Aquí entra en juego la segunda pregunta que mencionaba antes: cualquier fecha que te propongas es buena si realmente te lo propones.
3. Marca tus objetivos según el calendario (inicio de año) o no. Al final, lo único que cambia es el último dígito del año. Toda tu vida y rutina sigue igual, a menos que tú decidas lo contrario.
4. La recompensa inmediata es muy motivante. Elige alguna meta a corto plazo que puedas lograr para avanzar hacia el siguiente objetivo.
5. Haz un registro personal. Lleva un seguimiento de las acciones que debes realizar para alcanzar tus metas.
Estoy segura de que si sigues, aunque sea de manera parcial, estos pasos, podrás cumplir los propósitos que te marcaste hace más de quince días.
Si te planteaste metas que no estás cumpliendo, ¡ya sabes! Haz un objetivo a más corto plazo y avanza paso a paso, porque es mejor pequeños logros que no conseguir nada. Los pequeños cambios cuentan.
Y si, después de quince días, sigues al pie del cañón para alcanzar todo lo que te has propuesto, ¡adelante! Solo tú sabes hasta dónde puedes llegar.
Ah, y recuerda que los propósitos de Año Nuevo comenzaron para evitar la ira de los dioses. Hoy en día, los dioses no se enfurecerán contigo, pero piensa que cada pequeño logro es un paso más hacia aquello que te hace feliz.
