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Miércoles 08/05/2024  

Atando Cabos

Buena salud y mala memoria

Insto a realizar reclamaciones cada vez que se vean vulnerados nuestros derechos como pacientes, no nos queda otra

Publicado: 13/09/2023 ·
10:14
· Actualizado: 13/09/2023 · 10:14
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  • Paciente en una imagen de archivo -
Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Hace un año que falleció mi madre. Un año en el que no olvido a quien la zarandeó como un saco de patatas para demostrarme que estaba en coma. El mismo, que cuando se enteró de que iba a ponerle una reclamación, vino a disculparse para que no lo hiciera, y que cuando le dije que ya lo había hecho se fue lanzando improperios. Dos de sus compañeros vinieron a informarse de lo ocurrido y estuvieron de acuerdo en que aquello no eran formas.

Así empezó el proceso de la reclamación que nos han hecho repetir para ver si con el tiempo nos habíamos enfriado y al que después de muchos meses responden que el procedimiento fue correcto. Como la inocencia es lo último que se pierde recurro a un abogado que me informa por una costosa minuta que no tengo caso porque se trata de un acto de mala educación que no causó negligencia médica, mi madre no empeoró. De que no haya negligencia médica a que el procedimiento fuera correcto va un fuerte corporativismo sanitario ante el que como ciudadana de a pie estoy desarmada. Cuando un profesional de la medicina actúa de manera incorrecta debe recibir alguna amonestación de sus superiores no una justificación.

De todas formas, insto a realizar reclamaciones cada vez que se vean vulnerados nuestros derechos como pacientes, no nos queda otra, si queremos que las cosas cambien.

Todo esto tengo en la cabeza mientras leo que para ser feliz es necesario tener buena salud y mala memoria. Puede ser, el duelo no es buen momento para saberlo. Un año no es suficiente para mirar a la persona perdida con cariño y sin dolor. Más después de la terrible última semana de su vida que desgraciadamente pasó en el hospital. Visto con perspectiva hubiera preferido que recibiera cuidados paliativos en casa.

Ya sin ocurrirnos cosas de la magnitud de la muerte nos resulta difícil olvidar los malos momentos que hemos vivido, si conseguimos desterrarlos del consciente vienen de noche, en sueños, a decirnos que esas asignaturas no las tenemos superadas. En nuestros orígenes como especie, la capacidad de recordar procuraba la supervivencia, ahora a veces se convierte en un palo que traba las ruedas de la superación del pasado para centrarnos en el presente.

Mientras luchamos por mantenernos en ese mindfulness no nos queda otra que esforzarnos por tener buena salud, esa es otra.

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