Los ataques sufridos por las tradiciones y el patrimonio religioso son una preocupación constante para los cristianos de todo el mundo. Estas tradiciones y patrimonio representan no solo una parte importante de nuestra historia y cultura, sino también una forma de expresión de nuestra fe y nuestra relación con Dios.
En los últimos años, hemos visto un aumento alarmante de ataques a los lugares sagrados, tradiciones y los símbolos religiosos, caracterizados por la inacción de respuesta por autoridades y representantes políticos, que en esta nueva era del todo vale con tal de respetarlo todo, pero a la vez voy interviniendo y prohibiendo todo lo que me molesta.
El choque de los dogmas cristianos del “ojo por ojo” y “la otra mejilla” es un tema interesante y complejo. Estos dos dogmas representan dos formas muy diferentes de responder a la violencia y la agresión, y su coexistencia dentro de la misma religión ha llevado a muchos debates y discusiones a lo largo de los siglos.
Ambos representan la tensión entre la justicia retributiva y la compasión en la religión cristiana. Ambos dogmas tienen su lugar y se aplican en diferentes situaciones, y es importante comprender cuándo es apropiado aplicar cada uno de ellos para responder adecuadamente a la violencia y la agresión.
Y no encuentro mejor ejemplo que el desagradable episodio vivido este Lunes Santo delante de mi Cristo de la Expiración del Museo de Sevilla, y cómo el cuerpo de costaleros del mismo y los miembros de la Guardia Civil adscritos al cortejo, resolvieron de forma admirable un ataque directo a nuestras tradiciones, confiado el atacante en una presumible inacción por parte de los presentes.
Por suerte la reacción proporcionada al mismo, fue una interpretación estoica e inmediata de la justicia retributiva, respondiendo a la violencia y evitando un mal mayor.
Benditos seáis vosotros que habéis sabido responder a quienes no respetan nada, a quienes piensan que todo lo pueden sin importar el motivo, y sin esperar consecuencias, ante la perdida global de valores y respeto que asola actualmente nuestra sociedad, y nuestro país especialmente.